Capítulo 12.

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La primera apuesta siempre te hará ganar para que luego apuestes más.

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Ciclo de revelaciones 1.

Abril 13, 2020.

Magali.

«Soy una bomba de emociones en conteo regresivo»

Tengo grabado en el cerebro un gran reloj que me muestra lo poco que falta para que todo se vaya a la reverenda mierda «todo está volviendo» no deja de repetirme mi cabeza como si no me hubiera dado cuenta ya.

Me conozco. En donde algo más se agregue a todo este mierdero la cuenta regresiva va a llegar a cero y todo va a ir a parar al mismísimo infierno.

Ambas guardias nos abren paso en las calles inglesas dirigiéndonos a nuestro destino, estacionan frente al edificio, bajan a inspeccionar todo el lugar antes de dar la autorización y John es el primero en acomodar su arma para luego bajar. Lo rodea y abre mi puerta, repito lo que hizo él acomodando la Glock en mi espalda baja antes de tomar la mano que me ofrece para ayudarme a salir.

Al instante Gerard y Theo aparecen colocándose detrás nuestro, las grandes puertas del edificio se abren dejándonos pasar e inmediatamente todos se ponen de pie.

—Buenas tardes, señorita Magali —miro a John que se saca los lentes Ray-Ban dejando expuestos sus adictivos iris cafés, lo observan—. Buenas tardes a usted también, señor Black —él asiente.

—Buenas tardes a todos —asiento a modo de saludo—. Pueden volver a sus actividades, no vengo a ver sus trabajos, tendré una reunión en mi oficina y no quiero molestias de nadie, actúen como si no estuviera aquí.

Me centro en los personales de seguridad.

—Michael Evans y Anastasia Johnson cruzarán esas puertas en cualquier momento. Háganlos pasar a mi oficina. No quiero ninguna otra interrupción a no ser que sea un caso de verdadera emergencia, en otros casos, olvídense de mi presencia en este lugar.

Asienten y me encamino con mis acompañantes hacia el ascensor donde ingresamos dirigiéndonos al último piso del edificio. Las puertas se abren en la majestuosa oficina con vista a la ciudad, nos acercamos a la gran mesa en medio de la misma y mientras mis guardaespaldas toman asiento en el lado izquierdo de ella.

John tira de una de las sillas en la cabeza para mí. Tomo asiento en la misma con él a mi lado y mientras esperamos a mis amigos lo primero que hago es agarrar el IPad de la mesa e introducir la contraseña correspondiente que abre una pequeña puerta en el techo dándole paso a la gran pantalla que queda suspendida en medio de la mesa.

Luego introduzco otros dígitos más en el IPad que segundos después me confirma que las cámaras de seguridad de esta oficina han sido desactivadas.

—Listo —Aviso.

Theo se pone de pie y comienza a conectar su tablet a la pantalla mientras que Gerard pregunta por Ana y Mike justo cuando las puertas del ascensor se abren y el castaño que tiene un brazo por encima de los hombros de la rubia, aparecen. Los saludos son cortos y ambos se acomodan en la mesa posando la atención en mi escolta.

Theo teclea en la tablet y segundos después la pantalla nos muestra la imagen del hombre de cabello rubio, ojos oscuros y la gran cicatriz que abarca la mitad de su rostro.

—Amado Death Hertz —anuncia—. Hijo de Amanda Hertz, quien fue una psicópata condenada a cadena perpetua en los Estados Unidos en diciembre de 1978 luego de haber torturado y quemado vivos a tres familias en un bosque en el país, hasta hoy en día no se sabe la razón por la que lo hizo. Ya estuvo embarazada de Amado cuando entro a la condena, lo tuvo dentro de la cárcel y lo crio allí.

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