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"Poco se habla de los muertos que solo esperan ser encerrados en el ataúd"
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Intermedio.
Dieciséis días, 384 horas, 23.040 minutos con cinco inyecciones de ARZEN. (Dos días corridos bajo efectos de las drogas que calman la ansiedad hacia las inyecciones)
Magadán, Rusia.
Magali.
Me duele la palma de la mano mientras me clavo las uñas en la misma antes de que lleve la cabeza hacia atrás cerrando los ojos en lo que trato de aguantar, pero la descarga que me atraviesa desencadena el grito que me quema la garganta mientras pareciera que me movieran las neuronas de lugar.
—Cuatro —Cuentan a mi lado y la respiración me desestabiliza el sentido común, tiemblo intentando apartarme pero me toman los hombros soltándome cuando la próxima descarga llega— Cinco.
El siguiente grito me llena los ojos de lágrimas y trato de soportar a pesar de que sé que no puedo y termino desmayándome por un tiempo que desconozco, cuando despierto estoy en la habitación que me asignaron con Tomás que se acerca a ayudarme al ver que despierto.
—Mi niña —Habla despacio y me acomodo contra la cabecera de la cama antes de verlo— ¿Cómo te sientes?
Miro alrededor tratando de ubicarme.
—Bien —Susurro y me besa la frente reparándome otra vez— ¿Ya he pasado? —Cuestiono despacio y trata de disimular la tensión al verme por lo que ni siquiera necesito que conteste.
—Lo siento cariño.
Se aparta en cuando nota el movimiento donde tomo la lámpara de la mesita de noche lanzándola contra la pared, esta se vuelve pedazos esparciendo trozos en el piso y reprimo el grito que quiero soltar apartándome de papá cuando intenta tomarme.
—Déjame sola —Le pido atrayendo mis rodillas a mi pecho antes de pegar mi frente a las mismas notando que sale.
Me tiemblan las manos cargada de rabia, llevo más de quince días en este proceso del cuál no veo avances, por más que mi abuelo diga que sí tuve que extender mi estadía porque lidiar con esta porquería no es cosa fácil, la dosis de drachen que entró a mi sistema con la bala se unió con los residuos que ya tenía en mi cuerpo y mi abuelo lo único que estuvo haciendo con el tratamiento anterior es controlarlo para activarlo cuando esté con él en Rusia, por lo que desde que llegué he parado el tratamiento y la droga se ha apoderado de mi cuerpo volviéndome víctima de los efectos que están llevándome a la locura en estas malditas semanas.
Por esto trate de que los chicos no estén conmigo, sabía que la única opción de quitar de mi cuerpo todos los residuos era activándolos para luchar contra ellos y no quería que me vieran así, no quería que vieran los ataques, el pánico, los cambios, los asesinatos y los episodios maniáticos cargados de esquizofrenia. Meto los dedos en mi cabello tirando las hebras para calmar las ansias que me tienen lidiando con las voces de mi cabeza aclamando una dosis de esa mierda, unas líneas de cocaína o al menos una sesión de ruinas infernales encerrada en cuatro paredes con mis hombres, extrañar no es definición suficiente para la desesperación disfrazada de ataques de ira que me tiene al borde, no tolero este lugar por el simple hecho de estar lejos de ellos.
—Tu dependencia emocional y sexual hacia esos hombres no hará más que atrasarte y mientras más te atrases, menos los verás —La voz de mi abuelo llegando al cuarto me hace doler la cabeza, ignoro lo que dice aunque claramente eso no es suficiente para que cierre la boca— Tienes que dejar de creer que por tus traumas el mundo te debe respetar porque lo único que hará la vida es tratarte aún peor.
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CONEXIONES
SpiritualMagali Rosenzweig. Una exitosa empresaria mundialmente reconocida que lo tiene todo: dinero, belleza e inteligencia, pero con un pasado infernal que hace años se propuso dejar atrás. Con una nueva vida en Inglaterra y un éxito intachable en su carre...