Capítulo 33.

3.2K 124 73
                                    

▪︎☆▪︎☆▪︎☆▪︎☆▪︎☆▪︎☆▪︎

“Mira a todos lados, ten mucho cuidado. Mira a tu alrededor que te acechan, niña. Sé atenta, sé cautelosa y cuida cada uno de tus pasos en cuando por la oscuridad empiezas a andar.

Que para unos eres una diosa pero a la vez una maldita mientras que para otros eres una reina que vive creando catástrofes en sus cabezas.

No son monstruos, son diablos. Seres malditos que no tendrán piedad al tenerte consigo porque son engendros del mal obsesionados contigo.

El bosque es turbio pero eres la rara salvación, su limitación. Por eso te buscan ya que tu belleza los condena, los destruye, los humilla y los doblega.

Se ciegan ante ella y eso la contienda empieza porque están negados a ver más allá, negados a seguir si a su lado no estás”

La leyenda de los cinco diablos.

▪︎☆▪︎☆▪︎☆▪︎☆▪︎☆▪︎☆▪︎

Cúmulo.

29 de junio del 2020.

09:00 a.m.

Magali.

Tres semanas, ese es el tiempo que ha pasado en medio de todo esto. Tres condenadas semanas y seguimos teniendo absolutamente nada.

No hay pistas ni movimientos tampoco firmas y mucho menos algún vídeo u foto ¡nada! Por más que capture, aprisione, amenace, soborne, lo que sea, ninguno habla. Si tienen información sobre el “rey de la mafia” solo alegan preferir morir en las manos de alguien que no sea él antes que hablar y morir en la suyas, me frustra su idiota y repetitiva oración porque hemos probado de todo pero la lealtad es tanta que ni mencionando mi nombre o el de mis hombres seguimos teniendo nada.

—¡Habla! —Pierdo paciencia por octogésima vez en el día enterrándole una patada en las costillas al tipo amarrado que cae al suelo brotando sangre por la boca— ¿Dónde encuentro a Adler Hersen?

—No se… —Se le cortan las palabras con el agarre de John en su garganta quien enfurecido repite mi pregunta ahorcándolo— Lejos…

Lo estrella contra el piso partiéndole la frente para luego ver que empieza a toser en medio de quejas por el dolor y entierro la bota en su mejilla para mover su rostro restregándolo contra el suelo con el fin de dañarle más la boca ya que no me sirve que la tenga si no me hace oír lo que necesito.

—¡Habla!

—¡Malnacida! —Me grita en medio de quejas cuando aparto el pie para que hable— Con el rey no me voy a meter así que puedes ir resignándote, perra.

—Cuidado —John le mete el cañón del arma a la boca mirándolo con rabia— Mucho cuidado con las palabras que usas al dirigirte a mi mujer.

Quita el arma lanzándolo a un lado para tomarlo del cabello y alzarlo tirándolo a mis pies, doy un paso atrás para que no me toque.

—¡Pídele perdón! —Exige.

El tipo lo hace y ruedo los ojos cuando su jodida obediencia aparece e eso pero no cuando se le pide información útil. El mayor de los hermanos Arrellano se pone de pie tambaleándose por el dolor mientras me mira rabioso.

CONEXIONESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora