Capítulo 36.

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“Eres el pulso en mis venas… eres la guerra que estoy pagando… ¿puedes cambiarme?

Eres el amor que odio, eres la droga que estoy tomando ¿me encerrarás?"

Monster – Starset.

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Oscuridad esperanzadora.

27 de septiembre del 2020

05:25 a.m.

Magali.

Siento que mi sistema nervioso está al borde de caer en un corto circuito en el que preferiría morir por algún ataque al corazón que tener que seguir lidiando con esta batalla de porquería a la que ni siquiera firmé mi sentencia yo misma.

El hombre frente a mí termina de besar el dorso de mi mano para luego llamarme por ese título que me da náuseas pero que también me hace temblar por dentro al oírlo tan de cerca, al no oírlo en una llamada con una voz modificada ni leerlo en una carta porque esta vez lo escucho en una voz profunda que una vez termina envía miles de corrientes a mi cuerpo que me erizan la piel presa del miedo al ver a mi peor pesadilla.

Se endereza viéndome con adoración mientras su mano se mantiene sujetando la mía y no lo aparto porque sé que tiene a mis hombres bajo su poder por lo que ante el más mínimo disgusto es capaz de dar la orden que me los quita para siempre y solo el simple pensamiento me aterra.

—Ángel… —Me obligo a dejar salir el nombre por el que lo conocí la primera vez de mis labios pero me interrumpe antes de hablar de nuevo.

—Quedó en el pasado —Asegura en un susurro para luego soltarme la mano— Llámame Adler.

—Tal vez en el tuyo…

—No vine a pelear, liebe —Me corta— Vine por un solo objetivo y estoy dispuesto a todo para que me lo cumplas así que no quieras perder tiempo en una discusión a la que no me voy a meter.

Suelto un suspiro buscando manera de quitarme las ganas de enterrarle un tiro que tengo.

—¿Qué quieres?

—Es mi cumpleaños —Sonríe como si fuera una noticia genial que un idiota como él cumpla un año de vida más— Y vine a pasarlo con mi mujer.

—Pues veo que te equivocaste de paradero…

Sonríe antes de meter las manos en los bolsillos de sus vaqueros y se endereza reluciendo la altura que me hace alzar la vista hacia él porque no le voy a bajar la cabeza otra vez.

Su altura es imponente, es algo más alto que mis dos novios «dos centímetros tal vez» con cabello castaño oscuro, facciones perfiladas a excepción de la pequeña y casi invisible cicatriz en la mejilla derecha que noto, tiene la mandíbula marcada cubierta con un rastro de barba y la sonrisa que esboza muestra una dentadura perfecta.

No es como lo recordaba, las facciones son más varoniles y maduras que hasta me siento frente a otra persona y no frente a esa que me destruyó la vida pero tal pensamiento es cambiado cuando me enfoco en los ojos que son lo único que recuerdo igual y me hacen vivir las pesadillas de todo lo que ha ocurrido en mi vida.

—No, no me he equivocado —Habla nuevamente haciendo que me enfoque en él luego de notar que también me estaba detallando— Seré directo, meine liebe, mi propuesta es esta: una tregua.

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