Capítulo 76.

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"La felicidad no es para siempre, son momentos instantáneos que nos gravamos en la mente"

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Oxímoron.

06 de noviembre, 2021.

Islas privadas Wicked.

Jeremy.

Meto las manos en los bolsillos de mis vaqueros mirando el helicóptero que aterriza en la pista de la isla, doy las órdenes necesarias para que los soldados se muevan y las puertas de la aeronave se abren dejando que ayuden a bajar todo.

Paso saliva con el corazón desbocado en el pecho, veo a Tomás distribuir a los soldados que mandé a ayudar y a Gerard junto con Henry ordenar que se bajen las maletas custodiando la zona, me mantengo en mi puesto dentro del recibidor a varios metros y aunque trato de disimular, la ansiedad me gana avanzando a las puertas que me dejan a la vista, los guardaespaldas se apartan y...

—¡Mi amor! —La voz angelical que nunca ha de cansarme logra que sonría cuando al verme prácticamente salta del helicóptero ignorando las advertencias de los escoltas, avanzo hacia ella en medio de la pista recibiéndola en brazos cuando se lanza sobre mí al tiempo que sus labios se estampan contra los míos en el beso pasional que le correspondo alzándola.

Sus piernas se enredan en mi cintura mientras que mi boca se funde con la suya en un beso tan intenso que me deja sin aire, pero no me importa, me niego a soltarla tan pronto y por ello la estrecho contra mí sin soltarle los labios. Mi dependencia hacia ella es algo de lo que no me he curado y aunque pareciera que después de cuatro meses sin verla podría estar sin ella, con tal solo segundos de volver a tenerla soy consciente de que jamás podría ser capaz de ello.

Se aparta cuando no puede respirar y noto como me toma de las mejillas reparándome el rostro con adoración, los ojos negros le brillan viéndose tan preciosos y con una mano le escondo el mechón de cabello que se le cae detrás de su oreja, no deja de repararme como si estuviera soñando y le acaricio la mejilla con el pulgar.

—Hola, mi diosa de ojos nocturnos —La saludo en un susurro y noto como los ojos le brillan antes de que me vuelva a besar.

—Estás bien —Dice en medio de besos cortos—. Vivo, sano, hermoso... —Enreda sus brazos en mi cuello apretándome contra su cuerpo y le correspondo aferrándome a su cintura.

—Sí, sí... ¿Será que yo también puedo saludar a mi novio? —La voz masculina me hace soltar una pequeña risa y ella se aferra más a mí haciendo que John ruede los ojos—. Maga, que ser tres fue tu idea, aprende a compartir.

—Me comparten a mí entre ustedes —Se queja ella—. No yo a ustedes.

Se aparta bajándose y la ayudo, queda a un lado mío aferrada a mi mano y me enfoco en el hombre de cafés únicos que me sonríe acercándose a abrazarme.

—Hola, hermano —Se aparta sin borrar la sonrisa—. Sabía que lo lograrías

—¿No me saludas con un beso pasional también? —Alzo una ceja y rueda los ojos.

—Donde alguna vez me beses en un lugar con soldados, te encierro en la habitación de tortura de nuestra casa en Rusia —Amenaza y suelto una carcajada.

Sonriente, le sacudo el cabello y vuelve a rodar los ojos aburrido.

—No seas amargado.

Me ignora diciendo que avancemos por lo que me enfoco en mi mujer alzándola, suelta un gritito antes de enredar las manos en mi cuello mientras avanzo con ella en brazos hacia el auto que nos espera, le reparo el rostro, todavía me cuesta asimilar que sea real y mía.

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