Capítulo 45.

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“Los ojos gritan lo que los labios no”

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Puñal.

Línea temporal: en el transcurso de tiempo en el que Magali abandonó la base.

Münster, Alemania.

John.

Si hay algo en el mundo que detesto es que me subestimen y si existe algo que odio con el alma es que me acorralen y Magali Rosenzweig está haciendo ambas haciéndome odiarla.

Detesto que crea que no sé lo que hará o que viva en fantasías pensando que soy imbécil como para no saber donde está y odio que me haga sentir esta absurda hambre de ella la cual me acorrala entre mi orgullo y mi necesidad de tenerla.

Jeremy está de viaje en New York por trabajo y yo descubrí esta mañana la localización de Magali, lo mejor hubiera sido llamarlo y venir juntos puesto que el que está desesperado es él pero no pienso dejar que se siga humillando suplicándole.

—Aquí está bien —Le digo al del taxi para bajar en el centro de la ciudad buscando lo que necesito, me he escapado de mis escoltas para que no sepan la mierda que estoy haciendo aquí.

Son las ocho de la noche del domingo y el centro de esta ciudad alemana está cubierto de nieve, el frío es insoportable y me cubro la cabeza con la capucha de la chaqueta buscando por donde empezar, sé que está en esta ciudad pero no tengo idea de en qué hotel «no tiene uno suyo aquí» así que me supongo que debe estar en uno seguro. Abro el reloj como puedo buscando una lista de hoteles, los de más prestigio están de aquí a seis calles y la nieve comienza a caer en grandes cantidades de nuevo logrando que maldiga cuando sé que los vehículos no se moverán con esta tormenta.

—Como la detesto —Susurro para mí mismo para luego empezar a caminar con la nieve cayendo, la gente corre buscando refugio pero yo solo tengo un propósito en la cabeza que me hace moverme.

Mis pies se hunden en la nieve mientras la gente me ve raro cuando sigo caminando como algún poseído que busca matar «tan erróneo no es» la garganta me arde cada que paso saliva en busca de estabilizarme mientras que el primer hotel me queda a la vista y entro a la recepción.

—Disculpe señor, pero esto no es un refugio para la tormenta —Intenta echarme el guardia, lo saco de mi camino— Señor, si no tiene para abo…

Lo callo estrellando unos dólares contra su pecho bajando la gorra de mi cabeza.

—¿Es suficiente para que cierres el pico? —Lo veo y está parado completamente tenso mientras me ve— Ni siquiera huyo de la tormenta, solo busco a alguien por lo que agradece que no tengo tiempo de hacer que te despidan por inepto e imbécil.

—Di–dis…

—¡Cállate! —Me impaciento acercándome al tipo al otro lado del mostrador que me observa con temor— John Black, Agente del FBI —Le muestro la placa—. Busco a Magali Rosenzweig, quiero ver en su sistema si está aquí o no.

—No, no está, señor… no recuerdo haber...

—Si no me muestras el sistema no te creo.

Traga saliva buscando en la computadora y solo cuando me muestra los últimos registros asiento sacando otros billetes más de mi cartera.

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