Capítulo 65.

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¨El ser humano pide paz pero el remordimiento solo lo lleva a pecar¨

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Arrepentimientos.

Jeremy.

Me arden las palmas de las manos de tanto que me he clavado las uñas, las cuales nunca tuve largas por lo que no deberían hacerme daño, pero llevo el tiempo suficiente aquí dentro para lograr que hayan crecido y puedan dejarme marcas en las palmas y arañazos en la cara cada que en medio de la euforia paso las manos por la misma en busca de tirar las hebras de mi cabello queriendo lidiar con el dolor, el mal estar y el no poder despertar.

Porque esto tiene que ser una pesadilla, no encuentro otra explicación.

Mis pecados recaen en mi cabeza haciéndome consciente de que tal vez no es un sueño y todo esto me lo merezco, pero el inquietante sonido del resentimiento no me permite pensar en ello, la luz es tenue en la habitación donde estoy y he perdido la cuenta de los días que llevo aquí desde hace rato ya que he pasado más tiempo en lipotimia de lo que soy capaz de recordar.

—Ten —Me habla una voz femenina y en medio de las alucinaciones diferencio una cabellera negra que entra y sale de la habitación extendiéndome lo mismo cada que viene: una bolsita de cocaína.

Polvo blanco que es como paraíso para mi cerebro que está harto del dolor, de las intercesiones en medio de las alucinaciones con lo fuerte que son las imágenes, alucinaciones de mi sufrimiento en medio de ese sótano, el karma que me espera por tener esas jaulas y esa... esa que ni siquiera soy capaz de mencionar donde pierdo lo único que me mantiene medio cuerdo en este lugar. Extiendo dos líneas blancas frente a mí e inhalo las mismas absorbiendo la calma que viene disfrazada.

Calma que se acaba con los gritos de las chicas que no dejan de ser penetradas, los cadáveres de dos yacen en el suelo de la jaula y mis ojos captan el odio en esas que se mueven sin dejar de soltar lágrimas. Hombres grandes que las agarran de dos en dos y me niego a ver todo lo que causé por lo que termino peleando con uno de los tipos que me ¨cuida¨ por una nueva inyección para desviar mi atención de la culpa, mi cerebro no lo soporta más por lo que logro quitarle la jeringa hundiéndola en mi antebrazo, los efectos son inmediatos y agradezco cuando me desmayo de nuevo.

Me fundo en sueños que prefiero de distracción, en sueños donde veo a mi mujer y mi única preocupación es tenerla cada día, imágenes de ella sobre mí con esas sensaciones tan reales de penetrarla sin control, sujetando sus caderas exigiéndole que se mueva. La beso queriendo fuerzas para seguir soportando este calvario y es que lo único que me mantiene cuerdo es esto, mis manos recorren recordando las curvas de su cuerpo y gimo contra su boca queriendo llegar a ese punto que alcanzo corriéndome en medio de esas alucinaciones antes de volver a caer en la inconsciencia sintiendo el cuerpo que se acuesta a mi lado y prefiero ignorar quedándome con la que mi cerebro no deja de imaginar.

—Ambos escaparon —Escucho una voz masculina antes de captar la frustración con el reniego que me satisface en cierta parte— Les perdimos el rastro y no sé dónde pueden estar.

—¡Encuéntrenlos! —Demanda la voz femenina de siempre— Y mátenlos porque no necesito más problemas y todo esto es por culpa de su incompetencia.

—Si señora.

Pierdo la noción del tiempo cuando vuelvo a desmayarme y al despertar, quien sabe cuánto tiempo después, siento algo frio en las muñecas y me llevo las manos al mismo notando la cadena de metal que rodea esa parte de mi cuerpo, me espabilo pestañeando varias veces y noto que el lugar se ve mucho más oscuro que antes, trato de estirarme pero el metal me pesa, la habitación tiene una puerta a unos metros y me pongo de pie notando que la cadena me deja llegar hasta cruzar la misma debido a que es un baño. «Mierda» es lo único que se me ocurre pensar, quiero ignorar todo, quiero ignorar el hecho de que quizá ya hayan pasado meses y sigo aquí debido a que no tengo una noción del tiempo, lo único que sé es que nadie vino por mí.

Hayan pasado días, semanas o meses... nadie lo hizo.

Y es una mierda... Igual a ese tiempo, donde pensaba que alguien cruzaría la puerta de ese sótano, pero no, nadie más que Josep lo hizo. Pero espere y espere hasta que ya no aguante y busqué la forma de salir yo solo porque en ese entonces tenía fuerzas de buscar hacerlo yo, pero ahora... miro mi alrededor y la cabeza me duele, tengo grabados los gritos de mis fanáticas, los golpes de mis hermanos y el cuerpo sin vida de Lizbeth como una reproducción de imágenes constantes que mi subconsciente no deja de mandarme.

Sé que son alucinaciones, pero la intensidad es demasiada que no puedo evitarlo, no puedo evitar que el cuerpo de mi representante aparezca frente a mí, me llama y los llantos de mis fans se adentran a mi sentido auditivo... intento acercármele, queriendo que tocándola me saque de esta maldita pesadilla pero cuando mis dedos tocan su cuerpo ella cae y el piso se llena de sangre, el charco crece y me muevo queriendo alejarme pero no puedo levantarme y me mancho las manos del tinte rojo que no quiero tocar, que nunca quise tocar. Pasa no sé cuánto tiempo pero mis sentidos se activan lidiando con los gritos, con las suplicas y con el olor putrefacto del cuerpo de Lizbeth que se descompone frente a mí.

No lo tolero, mi cerebro simplemente no lo tolera más y busco que hacer, no puedo levantarla y todo empeora cuando los cuerpos de mis hermanos aparecen también y el charco de sangre crece. Cierro los ojos con el desespero que me abarca, me jalo el cabello, me araño los brazos, la cara y el cuello, tiemblo queriendo que se acabe pero los gritos no paran, el olor no desaparece y ellos siguen ahí, muertos en el piso.

Trato de escapar moviéndome al baño, la cadena pesa y me adentro al mismo buscando encierro, mala idea, ya que jel espejo que está a un lado de la pared me hace caer en cuenta de mi estado tan nefasto, ni siquiera soy capaz de describir lo que veo simplemente sé que lo odio y lo destruyo a punta de patadas rabiosas que vuelven trizas el vidrio esparciéndolos por todos lados mientras pienso en los cuerpos de los gemelos en el piso negándome a la realidad de que pueden morir por mi culpa.

—Ellos... ellos se fueron, yo los saque... —Las ideas no son claras mientras busco destruir lo que veo pero el espejo se vuelve miles de pedazos que siguen reflejando lo mismo.

Inhalo más cocaína, ingiero el polvo de ángel y horas más tarde me inyecto heroína ya que se niegan a darme la inyección de ARZEN pero nada lo apaga, el desespero es demasiado y de un rato a otro me veo peleando con varias personas que no distingo ya que intentan quitarme el trozo del espejo que rompí con el que me abrí la piel de los brazos, me lo sacan y arremeto con puños contra la persona quitándoselo de nuevo.

No me apetece seguir lidiando con esta porquería y la sangre de mi brazo me mancha todo mientras pateo al otro tomando el trozo de nuevo, el cual atino a mi cuello sintiendo la piel que se me abre y lo único que pienso, mientras siento que caigo con el líquido tibio que sale de mí, es que agradezco que esta mierda por fin se acabe.

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