Capítulo 47.

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Aclaración: Lo que pasó en los dos capítulos anteriores como también en este, está ocurriendo antes de la muerte de Eitan. Para que no se confundan, luego se aclara lo que pasa después.

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A tu merced.

A la mañana siguiente.

John.

Las ganas que tengo de asesinar a la persona que hace sonar el puto teléfono no son normales, el sonido de la llamada proveniente de mi móvil es como veneno para mi dolor de la cabeza y extiendo la mano apagando el aparato e ignorando la llamada de mi abogado.

Me incorporo en la cama sintiendo que la cabeza me va a explotar y… «¿Qué putas?» estoy desnudo de la cintura para arriba con la polla al aire. Me paso las manos por el cabello «maldita sea» seguro me acosté con la mujer del bar y era algo que no debía pasar.

Cuando me afilié a ese club dejé en claro mis límites y mis reglas como que en mi mesa solo se puede servir coñac, vodka y whisky, nada más. Acepto drogas si quiero y con respecto a las prostitutas tenía mis propias reglas como el hecho de que a veces voy ebrio y lo que busco no es sexo, solo distraerme por lo que no accedo a besarme con esas mujeres y ellas deben comprender en ese mismo instante que se pueden quedar conmigo, les compro lo que se les dé la gana y beben, comen o bailan en mi mesa —muchas lo hacían para no ir a lidiar con otros clientes algo asquerosos— pero que al sexo no debíamos llegar, puedo comprender que ésta chica es nueva pero tendré que dar una reprimenda.

Veo alrededor notando que estoy en mi departamento y arrugo las cejas, no tengo idea de cómo llegue del club hasta aquí, de hecho, no tengo idea de qué pasó en la mitad de mi noche y los sentidos se me enardecen porque no suelo tener amnesia por una pastilla de éxtasis, no es la primera vez que la ingiero y estoy seguro de que nunca me he olvidado de nada.

—Genial —Susurro para mí mismo poniéndome en pie, quien sabe que carajos hice y ahora…

Noto el colchón hundido a mi lado en la cama y me tenso girando despacio hasta captar la figura que me hace maldecir por lo bajo sabiendo que no es Jeremy como para que mi cabeza se sienta un poco mejor.

—La fiesta termina con la llegada del sol, belleza —Tiro de las sábanas— Largo de aquí.

Se niega a soltar las sábanas, está cubierta de pies a cabezas mientras tiembla. No me importa, debe irse y si la dejé sin caminar no es mi problema. Suelta un sollozo y ruedo los ojos, no es la primera vez que lloran creyendo que se encontraran un príncipe azul cuando se topan conmigo.

—Oye, tu desestabilidad emocional no la vas a solucionar en mi cama, tampoco me convencerás de que te saque del club de Damián—Tomo sus pies trayéndola hasta el borde— La regla siempre es una sola noche y no hago excepciones.

Sacude la cabeza bajo las sábanas sin dejar de llorar a lo que empiezo a impacientarme, tengo cosas que hacer, me deben estar esperando para ir a ver a Eitan y no voy a dejar a una cualquiera en mi casa.

—¡Que te largues, joder! —Le quito las sábanas y…

—¡Juro que hay una razón! —Keyla Maciel se incorpora de golpe con las tetas desnudas y la tela de sus bragas empuñadas, hace el intento de cubrirse y a mí la ira se me eleva a niveles inimaginables.

—¡¿Qué mierda haces aquí?! —Trueno.

Me aparto cuando sale de la cama mientras siento unas ganas de torcerle el cuello a todo lo que exista.

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