Capítulo 21

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Dos corazones acelerados.

Eran los que habían en esa sala, uno dando latidos acelerado por el miedo de algo que acababa de descubrir. El otro corazón latía de esa manera por lograr algo que se había propuesto desde que llegó a ese mundo.

— ¡¿Qué está pasando?!— Joel entró asustado a la sala por los gritos que escuchó.

— Me caí— Eider murmuró sin estar segura de lo que había pasado— si, me caí y Donovan me atrapó, estoy bien.

— ¿Segura que estas bien?— se les acercó Joel queriendo tomar a Eider en sus brazos— No te ves tan bien como dices.

— ¡No te acerques!— gritó y se aferró a Donovan, lo que logró que Joel retrocediera aceptando los deseos de Eider— yo iré a recostarme, si eso haré.

— Te acompaño— de nuevo lo detuvieron.

— Quiero estar sola— le mintió— Donovan, llévame a mi habitación.

Nadie quería desobedecer a Eider, estaba alterada, por esa razón Joel respetó el espacio que quería su hija y Donovan la llevó hasta su habitación. Le sorprendió que no haya querido bajarse de sus brazos, que siguiera aferrada a él.

— ¿No quieres caminar el resto del camino a tu habitación?— no recibió una respuesta de parte de Eider— Bueno.

Continuó cargándola hasta llegar a su habitación que fue cuando saltó de los brazos de Donovan. Sus manos no se alejaron de su cabello, Eider cambiaban de un lado a otro sin saber dónde colocar sus manos por los nervios.

— Esto debe ser un sueño— susurró— esto no es real, estamos soñando.

— No es un sueño, pequeña Eider.

— ¡Entonces esto es una maldita pesadilla!— alzó su voz sin poder evitarlo— Esa cosa vendrá por mi.

— Tampoco es una pesadilla, estoy es muy real.

— Tranquila, Eider— empezó a hablar consigo misma— no has dormido nada bien estos últimos días, tu mente solo está jugando contigo, nada de esto es real.

— Mi poderes son tan reales como yo— coloco sus manos en los hombros de Eider para que pudiera darse cuenta de la realidad en la que estaba la cual se negaba a ver— no es tu mente, soy solo yo.

— ¡¿Qué mierda eres?!— se volteó bruscamente para jalarlo de la camisa dejándolo cerca de su rostro y tenerlo solo por un momento a su altura— ¿Qué fue eso?

— Ya te lo dije, soy un príncipe, del reino de Kairlan— le recordó y apartó las manos de Eider de su camisa sin soltarlas— lo que presenciaste fue la magia de la que tanto te hable, el poder que tanto te negaste a creer, te dije que iba a probar que era mágico y lo acabo de hacer.

— No— le apuntó con su dedo de manera amenazante— esas son mentiras, no eres nada de eso, no puedes ser mágico.

— Lo soy— le mostró su mano que lentamente fue encendiéndose hasta mostrar las llamas que brotaban de sus dedos— ¿Ves?

La reacción de Eider no fue la que esperaba, lo empujó fallando en el intento de moverlo, su fuerza no era nada a comparación de Donovan, era como si el viento tratará de mover una montaña. Corrió hasta su cama donde empezó a arrojarle las almohadas para alejarlo.

— ¡Deja de hacer eso!— se sentía indefensa frente a tal hombre.

— Está bien— dejó de usar su magia y bajo su mano— debes calmarte, no te voy a hacer daño.

Príncipe del Desastre Donde viven las historias. Descúbrelo ahora