Capítulo 61

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Hikaun.

No fue necesario trasladar todo el ejército para enfrentarse a los guerreros de Laark en la frontera con Hikaun. Se tomó la decisión de separarlos en grupos, el primero fue pequeño, menos de doscientos guerreros llegaron a la selva del reino de Hikaun por la mañana.

Con la confirmación del reino de Kairlan como el permiso del reino Hikaun se puso en marcha el apresurado plan del príncipe Donovan. Ocultó las muertes necesarias para que se le concediera el permiso, consiguió un nuevo comandante del reino de Hikaun, uno que no hiciera preguntas, solo que obedeciera.

—Parece un pueblo, general —le avisaron cuando le dieron un vistazo de cerca —. No hay presencia de seres de la realeza, ni poderosos guerreros.

El día significaba la hora de dormir para los seres de Laark, sus ojos no estaban diseñados para el día, se aprovechó de su poca tolerancia de la luz para espiar el territorio nuevo de los seres de la oscuridad. Era claro que les tomaría de bastante tiempo para cambiar sus hábitos.

—Será sencillo acabar con ellos en este estado vulnerable, cuando se trasladen los demás habitantes encontrarán puro desastre, quedará en ellos tomar la decisión si retroceder a su miseria de reino o enfrentarnos en esta frontera, para cuando tomen la decisión, todo mi ejército estará aquí para acabar con el de ellos, con un poco de suerte, el rey estará entre el próximo ejército.

La fortaleza donde se encontraba era vieja, desde los inicios de la guerra contra la oscuridad. Un lugar conocido por los generales para descansar y planear ataques contra Laark, su posición estaba a minutos de la frontera, escondido con magia real. La sangre real era lo que hacía posible su escondite, así como ocurrió con su creación. Cientos de habitaciones para guerreros, grandes sanatorios, campo de entrenamiento, espacio para carpas, un gran muro y establo para las criaturas de batalla.

—Podemos dejar este grupo para que los vigile, no parece que planeen moverse, ni tomar más espacio, la neblina no se ha esparcido ni un centímetro desde que llegamos.

—Vine para destruir a esos seres, no pienso irme hasta que quede bañado en su sangre.

Estaban los comandantes en la sala de la fortaleza, revisando el plan por décima vez desde que llegaron, el príncipe se negaba a hacer cambios por más razones que le daban para no destruir un pueblo en desarrollo y sus habitantes.

Desde los árboles cercanos se les vigilaba cada hora que pasaba, hacían un recorrido similar desde el aire cada ciertas horas. Construyeron un muro pequeño, de apenas cinco pies, los habitantes de Laark crearon sembradíos que rodaban las carpas que instalaron en forma de círculo, los únicos guerreros que veían eran los que estaban rondando por el muro cada ciertos minutos, eran más durante el día, cuando eran vulnerables.

—No es un ejército, podemos comprobarlo, puede que al inicio lo era, ahora solo son pueblerinos con sus familias.

La armadura dorada de Donovan se volvió una oscura, de un color cercano al negro, del reino de Laark, una que robó de un cadaver, venía con casco.

—Me adentrare en ese pueblo.

—No podemos permitírselo, no usted solo, envíe a uno de nosotros, general.

—Ustedes son inútiles, solo se dejarán en evidencia, además no tiene magia suficiente para salir de ahí.

Se colocó el casco para cubrir sus reconocibles facciones, el color de sus ojos era el principal objetivo, eran extraños los ojos azules en Laark. Le molestó no poder cambiar sus ojos al rojo de siempre, así no tendida que cubrir sus ojos con tanto cuidado.

—Si se adentra en su territorio no podremos hacer mucho, no desde nuestras posiciones.

—Entonces espero que estén atentos, si oyen desastre quiero que ataquen.

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