Capítulo 23

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7:55 a.m.

Donovan llevaba unos minutos mirando su mano, como si esperaba que algo saliese de ella, por el otro lado Eider lo llamaba tratando de sacarlo del trance en el que estaba.

—Donovan —se le acercó y puso su mano en la suya que no dejaba de ver, regresándolo a la realidad—. ¿Todo bien?

—Daesros me mordió —Eider revisó su mano sin encontrar rastros de alguna mordida —, mi piel ya sanó esa herida, no encontrarás ni una sola marca que te indique que algo llegó a morderme.

—Tienes que contarme de ese monstruo, te juro que estoy perdiendo la cabeza por no saber lo que ocurre.

—Salgamos y te cuento lo que desees saber —aceptó lo de salir, sentía que se asfixiaba dentro de su habitación.

Ambos bajaron las escaleras, en ningún momento Donovan soltó la mano de Eider desde que ella decidió tomar la suya. Tenía muchas cosas que procesar sobre la magia, los sueños, los vínculos y el poder, en ese momento Eider era un gran misterio para él.

—Primero que nada, ¿quien es Daesros? —Era la pregunta más importante en ese momento.

— Hace miles de años, más de los que pueda llegar a contar, no tanto como para hablar de la creación de nuestro mundo o sus especies tanto como los reinos, aunque si para antes de tener un conocimiento completo de lo que éramos, existía un hechicero o brujo, como desees llamarlo, que viajaba de reino en reino ayudando a los reyes o a quien lo necesitase, tenía un conocimiento avanzando al de los reinos, manejaba perfectamente la magia, agua, fuego, luz, oscuridad, viento, tierra. Había estudiado a los seres de nuestro mundo, como viajado a otros mundos ganando conocimiento.

—Creí que no todos podían teletransportarse sin dar otro tipo de poder a cambio.

— Era otro tiempo, la especie era más pura y con gran potencial, Daesros podía ser un gran guerrero por el poder que poseía, tenías que ser un ser magnífico para que los reyes te llamaran a su reino por ayuda.

—Que horrible que se convirtiera en un monstruo.

—Él no se convirtió en uno, lo convirtieron contra su voluntad.

—¿Qué?

—Había problemas en Kairlan en ese entonces, llamaron a Daesros para ver si podía ser de ayuda para el rey. Al llegar fue bien recibido, como si se tratase de un príncipe de otro reino lo cual no era —dio una pausa con la historia —. Entonces la conoció, a la princesa del reino, una hija de la luz, con la piel morena y resplandeciente como el color dorado de sus ojos.

—No me digas que se enamoro de la princesa.

—Ella era su otra mitad —confesó —. En ese tiempo no se conocía mucho de los vínculos, eran solo cuentos para los niños y sucesos extraños para reyes, no creían en eso por más señales que el Universo les mandó, Daesros tampoco creía en eso hasta que la vio, ella fue su universo.

—Jamás creí que la misma princesa a la que estaba destinado a encontrar, fuera quien lo convirtiera en un monstruo.

—No fue realmente así como sucedió, la princesa ya estaba comprometida con su medio hermano, el rey de Kairlan —terminó por decirme la razón de los problemas —. Había muerto la reina del rey anterior, volvió a casarse para poder tener más hijos, de ahí salió la princesa de la que voy a contarte.

—Que asco.

—Así mantenían pura la especie.

—De todas formas, que asco, todos ustedes son productos de incesto— no se pondría a discutir con Eider sobre ese tema, eran cosas distintas para ambos mundos.

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