Capítulo 28

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La Tierra.

Quiso escapar un tiempo de la familia Kair, confiaba en que pudieran mantener el control, que su magia no interfiriera con su vida humana. No deseaba que nada malo les ocurriera mientras visitaban su mundo, no podía llegar a comprender lo que la realeza de su mundo le haría al de ella si llegaba a pasar algo con los hijos de un reino.

Eran luz, no entendía como lo eran pero la había visto mientras brotaba de ellos. No imaginaba cómo eran otros seres de su mundo donde la luz no era lo único que habitaba sus tierras.

Entró con las cajas de pizza en sus manos, tratando de no anunciar su llegada, hizo el menor ruido posible. A pesar de su esfuerzo, fue escuchada, tenía al príncipe y la princesa junto a ella curiosos de lo que había traído.

—Permíteme ayudarte —Le quito las cajas con pizza para ponerlas sobre la mesa del comedor.

—No tienes que parecerte a Donovan, no hay nadie con nosotros, dudo que alguien venga el día de hoy a visitarme.

—Prefiero evitar que alguien me vea diferente a quien se dice que es mi gemelo —aclaró —. Es seguro de esta forma.

No era nada parecido a Donovan, ni siquiera viéndose justo como él. En ningún momento que llevaba conociendo a Donovan, expresaba la vida como lo hacía Dominik. Fue cuando comprendió parte de la luz que formaba parte de ellos, su rostro brillaba mas, su actitud, su forma de sonreír, era alguien simplemente brillante.

Donovan no brillaba como Dominik lo hacía.

—¿Todos en su mundo se ven como ustedes?

—Casi como en este mundo, también hay diferentes colores de pieles, de ojos y cabello.

—Se ven tan humanos.

—Gracias a Frose, pero que eso no te engañe podemos parecer criaturas o bestias.

—No la asustes, Kailynn —le pidió Dominik —. ¿Qué hago con estas cajas?

—Es comida, dentro de ellas hay pizza.

—¿Comida en cajas? —la abrió —Es redonda esta comida.

—También triangular —Eider tomó un pedazo y le dio una mordida —. ¿Ves? Es comida.

—Que fascinante.

—Que curiosas pueden ser las cosas de humanos —Kailynn inspeccionó la pizza —. Huele bien.

—Coman, iré por Donovan.

—No parece estar de humor para hablar o comer, sugiero que lo dejemos por el día de hoy solo.

Ignoró lo que Dominik le dijo sobre su humor, tomó otro trozo de pizza para darle a Donovan cuando lo encontrara. Salió buscándolo en el patio, no creía que se encerrase, no era un ser de los que se encierran. Tuvo razón al controlarlo sentado en el borde de la piscina con sus pies dentro del agua.

—Te traje pizza —se sentó a su lado sin meter sus pies al agua —. Por si tienes hambre.

—Comeré el triángulo después.

—¿Estas molesto? —llevó su dedo a sus labios pidiéndole que no hablara, pasó su mano sobre el aire como si limpiara el cielo con algo inexistente —. ¿Qué haces?

—Nuestros oídos captan todo, no quiero que se metan en esto.

—Entonces jamás tendré privacidad.

—Ahora la tienes, conmigo.

A pesar de la privacidad que les brindó, no le dijo nada más, continuó con su vista en el agua de la piscina, sin querer hablarle.

Príncipe del Desastre Donde viven las historias. Descúbrelo ahora