Capítulo 42

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La luz de la mañana se filtró por las ventanas de la habitación de invitados donde descansaba Solaneus. Una luz molesta para los ojos de Eider quien se cubrió instintivamente con la manta para seguir durmiendo. Escuchó una risa a sus espaldas lo que la sobresaltó, casi arrojándose fuera de la cama, lo único que evitó que cayera fue un fuerte brazo que la tomó del suyo.

—Para ser la compañera de los hijos de la luz, parece que te molesta bastante.

—Olvide que dormí aquí, casi me matas del susto.

—Tienes un sueño muy pesado —le mencionó Solaneus —. Es comprensible, Daesros no dejó que durmieras bien por un largo tiempo.

—Debe de ser muy tarde.

—Los Kair llevan como una hora abajo, los escuché salir de sus habitaciones, puede que estén desayunando o esperando que aparezcamos.

—No hay que hacerlos esperar.

De inmediato se puso de pie al escuchar que los demás ya estaban abajo, sus forma de vestir a la hora de dormir nunca fue la mejor, pero al conocer a los hombres de Meroun que duermen desnudos, nadie podía tener quejas sobre ella. Por ejemplo, el hombre de cabello azulado frente a ella, estaba como vino al mundo frente a sus ojos sin algún pudor alguno, era demasiada su confianza en sí mismos. La piel pálida marcada por algunas venas azules era prácticamente perfecta en Solaneus.

—¿Ocurre algo?

—¿No les molesta la desnudez?

—Usualmente a la realeza no nos importa, menos a los hombres porque solemos estar en presencia de sirvientes todo el tiempo, desde vestirnos hasta lo que nos dan baños. Si hablamos de estar desnudos frente a otra gente de la realeza, si sería un problema dependiendo de la situación.

—Tengo tanto que aprender de ustedes. —En un abrir y cerrar de ojos, Solaneus tenía un traje de dos piezas, de color azul marino, que consistía en pantalón y chaleco —. Impresionante, me encantaría hacer eso.

—Ojalá la magia formará parte de ti. —Hizo lo mismo con Eider, con su magia le puso un vestido del mismo color, un azul marino perfecto para el calor que hacía —. Podremos combinar el día de hoy.

—Parece una estupenda idea, ya que mi padre quiere hablar contigo, dice que eres el invitado con quien cree que podría hablar normalmente.

—Suena bien —asintió junto con una agradable sonrisa que mostraba las ligeras arrugas cerca de sus ojos, unos que volvieron a la normalidad como se le había dicho, ya no eran agujeros sangrantes —, hablaré con tu padre si eso es lo que deseas.

Después de aclararle dónde querían verle, ambos bajaron las escaleras y siguieron su camino juntos hasta acercarse a la cocina donde podían oír como hablaban los gemelos con Kailynn.

—Inténtalo, solo una pequeña bola de luz —insistió Dominik dentro la cocina —, no es mucho.

—No puedo, ya te lo dije.

—Al menos sostén esta bola que haré yo.

Entraron en la cocina justo en momento que Dominik creaba una bola de luz para que Kailynn pudiera sostenerla en sus manos. Un intento que no funcionó, ya que la bola desapareció al tocar sus delicadas manos, una acción que le rompió el corazón a Solaneus. Odiaba ver a su amada princesa batallando con su magia y no poder hacer nada por ella, solo ver como se apagaba poco a poco.

—Ya que no tienes luz, te enseñaré a controlar el fuego —le dijo Donovan en el momento que miraba entrar a Eider —. Debes tenerlo en la sangre como yo.

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