Capítulo 12

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Miércoles.

A pesar del accidente de la madrugada, Eider había regresado a su habitación para descansar el poco tiempo que le quedaba antes de que su alarma sonara. Había descubierto a Donovan en ese balcón gracias a otra pesadilla, no le gusto para nada pero al menos la hizo darse cuenta de lo que su invitado estaba por hacer.

— ¿Tienes pensamiento suicidas o algo así?— le preguntó durante su desayuno, una vez más Donovan era el único que comía, Eider solo bebía un poco de café— porque estar en ese balcón debe ser indicio de algo.

— Si tuviera ese tipo de pensamientos, ya estuviera muerto, no me gusta pensar mucho lo que me gustaría hacer, solo lo hago y no, Eider. Yo no tengo esos pensamientos que son tan comunes en tu especie, tengo mis razones para vivir.

— Si tus razones son las guerras créeme que no hace mucha diferencia, de todas formas de te vas a morir, voluntariamente.

— Prefiero que mi muerte tenga sentido, no que sea causada por no poder controlar mis emociones.

— No puedes hablar así, no sabes por lo que pueden llegar a pasar las personas, cada quien tiene sus motivos.

— Por esa misma razón te digo que yo soy quien decide el valor que le doy a mi muerte, me la quite yo o que alguien más lo haga.

— Eso significa que alguien inferior decidiría tu manera de morir— hizo comillas con sus dedos ante la palabra inferior— y tu no.

— Será así si es que no se lo impido primero, hasta ahora todos fallan al escribir mi destino.

— Es preocupante que tengas tan normalizada la muerte, es algo horrible que no debe tomarse como un tema tan ligero.

— Es la ley de la vida, además tú especie no es nadie para decir que normalizo la muerte cuando ustedes crean bromas de lo mucho que desean morir.

— Tienes un buen punto.

Esas bromas las hacía ella todo el tiempo con sus amigos, entendía porque lo decía, tenía mucha razón, la diferencia era que ellos se burlaban de su propia muerte normalizando ese tema. Donovan en cambio lo normalizaba para todo el mundo, como si la vida de todo a su alrededor e incluyendo la suya, no valieran nada.

— Sería fascinante vivir por siempre, pero la realidad es que ni nosotros vivimos tanto por más que retrasemos nuestro tiempo en mi mundo. Tenemos la creencia de que nuestras almas rondan por el universo por toda la eternidad, nuestros cuerpos no son eternos, tomamos nuevas apariencias, nuevas vidas, olvidamos la anterior y empezamos de nuevo.

— Eso suena muy hermoso en realidad— le sorprendió su manera de expresarse sobre la vida— parece que no dices cosas tan malas después de todo.

— Tenemos la esperanza de que nos tocara una mejor vida, una vez que esta termine.

Solo la esperanza quedaba, lo que era suficiente para mantener a cualquier alma llena de sufrimiento con una pequeña promesa de que todo mejoraría en alguna momento.

— Como dicen, la esperanza es lo último que se pierde— terminó con su café— es bueno tener esperanzas de una vida mejor.

— Nada mejora porque nada nos tiene satisfechos, siempre querremos algo más.

La hora de partir había llegado, tomaron sus cosas para salir de la mansión de Eider. Subieron a la camioneta, donde Donovan cada vez se sentía más cómodo, estaba aprendiendo a perdonar lo que uno de los vehículos le había hecho. Aunque lo hiciera seguiría teniendo cuidando con esas máquinas, el daño que causan puede llegar a ser severo.

Príncipe del Desastre Donde viven las historias. Descúbrelo ahora