Capítulo 53

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En las piscinas no estaba Eider, ni Graham, solo estaba Joel nadando con sus amigos. Donovan los vio desde la esquina, pensó si debía meterse a la piscina y nadar con ellos hasta que el enojo saliera del cuerpo de Eider. También pensó en la posibilidad de sumergir a Joel hasta el punto del ahogo para que se diera cuenta de la clase de amigos que tenía. Descartó esa idea al instante, si era demasiado duro con él podía matarlo, con eso ganaría el enojo de Eider por toda la vida.

Se mantuvo quieto, observó a los humanos alrededor, unos lo vieron con curiosidad, otros con miedo. Algunos humanos hicieron como si no existiera, Donovan deseó ser invisible, pero no podía serlo.

—Si ves demasiado a las personas creerán que eres un pervertido —dijo Joel desde la orilla de la piscina —, nada con nosotros, sin rencores, no estoy molesto.

Después de la primera hora, su enojo se desvaneció, algo que Donovan admiró en Joel. Si alguien lo hacía enojar, pasaban años para que se alejaran las ganas de matarlos, muchas veces las ganas ganaban.

—Le doy espacio a Eider —comentó —, esta molesta.

—Haces bien, dandole su espacio, pero no por eso debes estar parado como estatua, asustas a los niños y a algunos adultos.

La mirada de Donovan se fue a los pocos niños que habían en las piscinas, eran demasiado pequeños para estar en la escuela, por eso asumió que acompañaban a sus padres. Los niños eran curiosos, lo vieron sin discreción, algunos lo llegaron a apuntar con sus dedos antes de ser regañados por su padres. Eran como los niños en su mundo, la curiosidad era la misma.

No le gustaban los niños, pero los respetaba.

—Espero que Eider aparezca.

—Está jugando con Graham.

—Es algo grande para jugar con Graham, ¿no lo crees?

—Están jugando squash.

—No tengo idea de que sea eso.

—Es como el tenis. —El ceño de Donovan se mantuvo fruncido —. Están golpeando una pelota contra una pared.

—Eso no suena entretenido —murmuró —, los humanos son extraños, más bien los humanos con dinero.

Apreció a Joel en la piscina, su rostro le pareció joven, sus ojos brillaron con el agua, su cabello mojado parecía negro. Donovan sonrió al verlo tan lleno de vida, tan joven, no parecía un padre. Las mejillas de Joel se tiñeron de rojo al sentir la dura mirada de Donovan en él, escondió su cuerpo en el agua.

—No me veas así, no hagas esto incómodo.

—Eres... lindo. —No encontró palabras para describirlo —. Me recuerdas tanto a ella.

—Gracias. —Se sumergió para evitar la mirada de Donovan, cuando volvió a salir estaba alejado de la orilla —. Entra con nosotros si lo deseas.

Asintió pero no se movió de su lugar, Joel regresó con su grupo de amigos. Donovan los vio jugar con una pelota, la golpeaban con sus puños o las palmas de sus manos. Negó con la cabeza ante el juego frente él, no lo comprendía.

«Los humanos son como las mascotas, le gustan las pelotas», se dijo a sí mismo.

Cerró sus ojos por unos instantes, dejó que los rayos del Sol acariciaran su pálida piel, sin volverla rojiza como los humanos o quemándola, solo le producía placer sentir el calor. Pensó en usar el traje de baño, solo para que los rayos acariciaran más de su piel, pero se contuvo.

Las voces de Nick y Benn llegaron a sus oídos, pero no abrió los ojos, no los necesitaba para tirarlos a la piscina si era necesario. Los escuchó lanzarse al agua entre risas, como si nada hubiera pasado. Abrió los ojos, los vio nadar hasta Joel, para unirse al juego que Donovan no comprendió.

Príncipe del Desastre Donde viven las historias. Descúbrelo ahora