Capítulo 47

1.7K 145 34
                                    

El lugar que escogió Donovan fue el más privado que pudo visualizar, debajo del muelle, aparecieron ahí en un abrir y cerrar de ojos. Una sensación que había sentido solo una vez, se hizo presente en Eider, una como un ligero mareo y vista borrosa antes de darse cuenta de lo ocurrido.

—¡No debes usar tu magia!

—Era necesario, los humanos nos rodeaban y necesitábamos privacidad.

—¿Por qué nunca haces nada de lo que te pido?

—No nací para recibir órdenes, te lo dije, no vivo para complacer a los demás como mi familia.

—Es para su seguridad.

—No necesito que me protejas, sé lo que puedo hacer y lo que no, no soy un imbécil.

—Pero si eres un desastre, Donovan.

—Eso ya lo habíamos dejado claro, fui creado para hacer del mundo un desastre.

—No mi mundo.

—Puede que no a tu mundo pero si a ti, fuimos creados el uno para el otro con el único propósito de destrozarnos. Somos un desastre.

—Habló de lo que haces con los demás, no de nosotros, no puedes ir por la vida hiriendo a las personas, no está bien.

—Vine para ver el mundo arder, soy fuego, Eider.

—No metas tu magia en esto, que puedas usar el fuego no te convierte en alguien malo, eres así porque quieres.

—Quiero ser esto, de las cosas malas que hago se alimenta mi fuego —le dejó claro —. Si querías un rayo de sol te equivocaste de gemelo, Dominik es el bueno, no yo. Por lo que recuerdo a quien tú quisiste fue a mi, esto soy, acéptame por lo siempre he sido.

—¡Eres desesperante! —Seguir discutiendo no arreglaría nada, no para Donovan que se negaba a cambiar, ni a Eider que se esforzaba por hacerlo entender. Solo podía usar su poder contra ella, Donovan la tomó del rostro para besarla, transmitiendo sentimiento —. ¡No intentes distraerme! ¡A parte besas terrible!

Con mucho esfuerzo, Donovan contuvo la risa que le provocó sus últimas palabras e intento de insulto. Se dio cuenta que falló miserablemente en calmarla con un beso y un poco de magia, solo la hizo enfadar.

—Si beso tan terrible, entonces enséñame. —Le sonrío aún con las manos en sus mejillas —. Te ves tan tierna enojada.

—Tu me haces enojar. —Sus mejillas se tornaron rosadas por los comentarios fuera de lugar en su discusión.

—Me disculpó por eso, no se me da bien lo de tranquilizar a los demás como es común en mi familia.

—Vete a la mierda.

—Insúltame de todas las formas humanas posibles, que no me afecta ni un poco porque no entiendo la mayor parte de lo que dices —admitió —. No arruines mis últimos días contigo al enojarte conmigo, enójate cuando me vaya.

—No puedo.

—¿Por qué no?

—Voy a estar muy ocupada llorando cuando te vayas que no tendré tiempo para enojarme contigo.

—No llores por mi, pequeña Eider. —Se dejó envolver por los fuertes y cálidos brazos de Donovan —. Puedes hacer todo lo que quieras en mi memoria menos llorar, no quiero ser una razón por la que derrames lágrimas, ya tienes demasiadas razones, no pienso formar parte de esa gran lista.

—Odio no poder durar enojada contigo.

—Eso es muy bueno.

—No te burles.

Príncipe del Desastre Donde viven las historias. Descúbrelo ahora