Capítulo 59

691 121 37
                                    

2:06 p.m.

El camino a la mansión de su padre le pareció eterno, después de llorar en el suelo por más de una hora, no soportó la idea de estar sola. Llegó a la propiedad en tiempo récord, solo corrió en busca de su padre, entró en la mansión y buscó señales de él.

Recordó el estado en el que llegó la noche anterior, lo buscó en su habitación, tuvo suerte de encontrarlo al primer intento. Estaba durmiendo cuando entró a su habitación, no le importó despertarlo cuando se metió en la cama.

—¿Qué hora es? —Fue su primer pensamiento al ver todo tan oscuro, Eider lo abrazó —. ¿Qué pasa?

—Se fueron. —Volvió a llorar —. Acaban de irse.

—¿Qué?

—Regresaron a su hogar, me levanté con la noticia de que era el día de su partida, en cuestión se minutos me dejaron.

El sueño no dejó que Joel entendiera a Eider a la perfección. Lo único que pudo hacer fue abrazarla para que llorara.

—Regresará —le aseguró Joel, el sueño lo envolvió, al igual que Eider —. Todos lo harán.

Como si fuera magia, sus ojos se fueron cerrando, no hubo palabras, solo tranquilas respiraciones. En minutos, el sueño los envolvió hasta que la tristeza despareció.

Un ser apareció en la habitación cuando los humanos durmieron, se acercó a Eider con cuidado, limpio las lágrimas de sus mejillas. Las pequeñas gotas ardieron al contacto de su piel hasta que dejaron de existir, se alejó de inmediato, buscó entre la oscuridad la mochila de Eider, la encontró gracias a su buen olfato. La abrió y sacó la libreta donde Eider apuntó la información sobre Meroun, como sus notas, también tomó la copia impresa que le mostró a su padre.

Leyó los papeles en sus manos, revisó con cuidado que estuvieran en orden y que fueran la información correcta. Luego despareció de la habitación de Joel hasta llegar a la mansión de Eider.

Pasó su tiempo recorriendo la propiedad, buscando los escritos que con tanto amor la humana hizo. Después de observar por semanas a Eider tenían una clara idea de donde podía encontrar lo que buscaba. Era un acción que se volvió obsesiva una vez que conoció su forma humana de comportarse, de ser y existir.

...

Kairlan.

Pasaron tres días del regreso a su mundo, días que se fue conteniendo una tormenta, los hijos de la realeza no despertaron hasta esa mañana. El rey creyó que era el tiempo suficiente para que tuvieran ánimo pero no para destruir el reino. Los tres despertaron al mismo tiempo, pero no tuvieron tiempo de reaccionar a su alrededor, se movieron con magia hasta la sala familiar.

Cayeron sobre los sillones dorados, sus reyes esperaban frente a ellos, bebían té. Tenían una conversación pendiente, pero las palabras se esfumaron de sus mentes al ver a los gemelos.

Los ojos de Dominik era rojos, su apariencia volvió a la de antes, pero nunca lo habían visto compartir el color característico de la magia de su hermano.

Su mirada se pasó a Donovan, les sorprendió de igual manera su apariencia, el color de sus ojos era azul, un triste azul que no era propio de él.

Los ojos de la realeza podía cambiar con la magia, pero jamás se trababa de tres colores, siempre eran dos. Los de Dominik eran azul y dorado, los de Donovan dorado y rojo.

—Parece que la tristeza es genuina —murmuró Dorian con su mirada en los ojos de sus hijos —, no tenía idea que ese sentimiento podía notarse en gemelos con un color propio.

Príncipe del Desastre Donde viven las historias. Descúbrelo ahora