Capítulo 37

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8:44 p.m.

Un golpe repentino de aire despertó a Donovan, estaba tumbado en el césped del jardín de Eider, el recuerdo de lo que ocurrió llegó a su memoria a los pocos segundos de despertar. No había tormenta, ni siquiera podía ver las nubes, el cielo nocturno estaba despejado, después de tantos días.

—¿Cómo te sientes?

—Siento como si me hubiera aplastado una enorme roca —le respondió a su hermano —. ¿Dónde se encuentra?

—Cuando desperté no había nadie en la mansión, creó que salieron todos. —Le ayudó a levantarse —. He estado esperando que despiertes bastante tiempo.

—Valió la pena cada palabra que le dije, no me arrepiento, ni siquiera por el castigo.

—No puedes pasarte la vida molestando al rey.

—Puedo hacerlo, después de todo mi vida no será demasiado larga. —Estiró su cuerpo un poco antes de caminar a la puerta —. No tengo nada mejor que hacer.

—Yo sufro por tus acciones.

—Llevó siglos ignorando todos tus deseos, el pensamiento vulgar de cada mujer con la que has tenido sexo, es lo menos que puedes hacer por mi.

Se adentró en la mansión buscando algún signo de vida, sin embargo no encontró nada más que la esencia de cada ser que estuvo recientemente en el lugar. La idea de Solaenus y Eider en algún lugar lejos de su presencia molestaba a Donovan, podía esperar cualquier cosa del rey, todo con tal de dañarlo.

—El rey no lastimará a Eider —leyó el pensamiento de Donovan —. No es ese tipo de hombre, a pesar del desprecio que te tiene y el desprecio que me tiene a mi por ser tu gemelo, no le haría nada.

—¿Cómo puedo proteger a Eider de un rey como Solan?

—¿Hablas de sus encantos? —preguntó —. El rey Solaneus no le haría eso a Kailynn, él ha respetado por siglos la relación inexistente entre ellos.

—De eso no podemos estar seguros.

—Nuestra reina asegura que es así, tiene un gran respeto por la relación.

—¿Respeto? —se burló —. Claro vamos a aplaudirle por no tener mujeres mientras su prometida nacía, que gran hombre es Solan por hacer lo mínimo requerido en un vínculo.

—No seas así, tú no lo entiendes porque no eres un ser con deseo o encanto.

—Solo hablas de esa forma para hacerlo quedar bien porque bien sabes que no hay mujer en Kairlan con la que no te hayas involucrado.

—No tienes que quejarte, tú matas a los seres de nuestros reino, yo solo tengo sexo. No todos podemos resistir esa necesidad, no cuando tu cuerpo pide liberación constantemente.

—Eres ridículo.

—Es natural —se excusó —. Si tan solo estuvieras en mi lugar.

—Estoy en tu lugar, me resultas desagradable.

La puerta se abrió en medio de sus discusión, esperaron a que aparecieran por unos segundos hasta que las figura enorme de Solaneus apareció junto a Eider, estaba tomada de su brazo mientras reía de algo que le dijo. Ninguno de los gemelos pudo oír la risa hasta que Eider soltó el brazo del rey al verlos.

—Veo que ya despertaron —les sonrió a los gemelos —. Eider y yo salimos... de compras.

—Eider y yo —repitió sus palabras —. ¿Y Kailynn?

—Ella quiso quedarse, no le apetecía salir —respondió Solaneus —, no espero que quiera pasar tiempo conmigo por el momento.

—Si ella no está contigo, ¿dónde está?

Príncipe del Desastre Donde viven las historias. Descúbrelo ahora