Capítulo 10

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Martes.

Mientras Donovan desayunaba, Eider veía la ventana que daba al patio, no tocaba su desayuno que había sido servido hace varios minutos. Solo mantenía su vista en esa ventana, se hacía tarde y a Donovan le preocupaba que no comiera nada antes de irse. Él podía soportar mucho sin comer, muchos días si era necesario, pero dudaba que alguien con el cuerpo de Eider pudiera resistir apenas unas horas sin alimento.

Cuando dijo que la protegería, se refería a todo, incluyendo a ella misma, si empezaba a ser un peligro para su persona, se vería obligado a hacer algo para ayudarla.

Los humanos son débiles ante si mismos.

— Come, anda— le acercó más su plato y el movió su silla para estar cerca de ella— tiene muy buen sabor.

— ¿Crees que los sueños usan nuestros más profundos miedos para hacerse pesadillas?

— La mente es muy poderosa, tanto que trata de entenderse a sí misma. Todo puede volverse una pesadilla si se piensa demasiado en algo malo que te ocurrió, no te hagas eso.

— ¿Qué cosa?

— Pensar— respondió— no te arruines con pensamientos.

Tenía su rostro cansado, su actitud no era la misma, era evidente que su pesadilla la había afectado demasiado, cuando ni dormir es algo que disfrutes, es mal señal. Cuando duermes descansas y si algo es un impedimento para una actividad tan sencilla, se debe tomar mucha atención para ver qué es lo que causa esa falla.

— Tengo el estómago revuelto, comere más tarde.

Se puso de pie para tomar lo último que le faltaba para poder irse al trabajo, ese día le tocaba pasar tiempo con su madre. Teniendo a Donovan listo y sus cosas listas fue cuando decidió irse hasta el mismo edificio donde había sido el evento. Al llegar el disgusto en el rostro de Donovan era evidente, odiaba ese lugar por lo que había ocurrido en los baños, pero no podía arruinar más el día de Eider con sus quejas, por eso decidió quedarse callado y cambiar de expresión.

— Bienvenidos, de nuevo— el mismo hombre de seguridad se encontraba en la entrada, les dio sus pases y los dejó pasar— la señora Hansen está esperándola.

Fueron al ascensor para ir hasta el quinto piso donde está la oficina de su madre, Donovan no entendía que hacía en esa pequeña habitación, estaba confundido hasta que empezó a ascender entonces se aferró a las paredes.

— Está cosa se mueve— lo había tomado desprevenido— en serio dudo que tu progenitora posea magia para hacer que esto suba.

— No es magia— se abrieron las puertas y Eider salió primero— sígueme.

Caminaron entre unos pocos pasillos para llegar a la oficina de su madre, Katherine se encontraba hablando con otra de sus compañías. Lo que hizo que le pidiera a Eider que esperará en lo que terminaba su llamada.

— Tu progenitor da lugares donde se pueden hospedar los humanos y tu progenitora los llena de vestiduras. Es muy amable de su parte que le den hospedaje a lo que no tienen hogar y vestiduras a quienes carecen de ellas.

— Sería bueno si lo hicieran gratis, pero no es así— susurró— nada en esta vida es gratis.

— Por algo tienes tu riqueza, tus progenitores ganan dinero por cosas que son esenciales en esta vida.

— Así es mi querido amigo.

Amigo... ya lo consideraba su amigo, eso hizo que Donovan se sintiera bien con lo que hacía, había ganado un pequeño lugar temporal en la vida de Eider. Empezaba a considerarlo como parte de su rutina, lo cual no sabía si era tan bueno como pensaba porque al final terminaría dejándola en la Tierra.

Príncipe del Desastre Donde viven las historias. Descúbrelo ahora