Capítulo 36

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Majestic Rose Hotel.

Otro día donde Eider durmió fuera de su mansión, otro día durmiendo bajo el techo de sus padres, en esa ocasión, en la mansión de su madre. No le agradaba la idea de tener que refugiarse en sus padres, no quería mostrar esa debilidad, el de querer evitar los problemas, ignorarlos.

Era de mañana en el hotel de su padre, una gran lluvia azotaba contra la ciudad, el día anterior le pidió que fuera a trabajar, aceptó asistir, a pesar de que no la obligaría a hacerlo, quería una distracción y su padre le dio una, solo que al momento de ponerse a trabajar, se sintió distraída, no le pareció una gran idea después de estar unas dos horas en su trabajo.

«Donovan debe de estar molesto, esta lluvia es muy fuerte», pensó Eider al ver como las personas entraban al hotel empapadas.

—Te llama el señor Carter —le avisó su compañera de recepción —. Te quiere ver en su oficina.

Asintió y salió de recepción para tomar el elevador hasta la oficina de su padre, preparándose para un regaño de parte de su padre. Pensó en que estuvo viendo las cámaras de seguridad y captó su distracción, que le daría un gran discurso sobre la vida y lo privilegiada que era, que debía tomarse su trabajo en serio, de solo imaginar sus palabras, le provocó dolor de cabeza.

—No necesito de un regaño tan temprano.

Entró en la oficina de su padre sin tocar la puerta, preparada para defenderse de cualquier discurso. Se arrepintió de su acción al entrar sin tocar cuando vio que su padre estaba acompañado. Joel esta de pie junto a un hombre de traje gris, con el cabello negro peinado perfectamente hacia atrás.

—Te buscan, Eider.

«¿Este hombre es un regalo para mi, Dios?», preguntó.

—¿A mi? —cerró la puerta tras ella y se acercó a los dos hombres.

—Si a ti Eider.

Apreció todo la belleza que ese hombre ofrecía para el mundo, sus ojos de un color azul verdoso eran la atracción principal, la más bella para Eider hasta que lo vio sonreír sin mostrar sus dientes, ese simple gesto la sonrojó, era un hombre simplemente hermoso ante sus ojos.

—Es un placer conocerte, señorita Carter.

«Este bello ángel sabe mi nombre», se dijo a si misma con emoción.

—¿Nos conocemos?

—Aún no —respondió mostrándole sus dientes esa vez, brillantes como las perlas —, pero espero que podamos conocernos, porque he oído hablar mucho de ti.

—Aquí el señor Droc, me dice que tiene asuntos importantes que ver contigo.

—¿Droc? —repitió y lo observó mejor, buscando respuestas, era un hombre alto de piel blanca, un color pálido, sin una gota de sangre que corriera por sus venas, era básicamente la piel de un muerto, sus ojos estaban repletos de color a comparación de su piel, su rostro bien afeitado, todo en él era llamativo —. ¿Solaneus Droc?

—Si nos conocemos después de todo.

—El prometido de Kailynn —recordó —, ¿ese Solaneus?

—El mismo. —Lo vio orgulloso de esas palabras —. Parece que los Kair te han hablado bastante de mi, considerando la amistosa relación que tenemos.

—¿Qué hace aquí?

—Me envió Dorian Kair, el padre de tus invitados.

—Ya veo —susurró y vio a su padre —, creo que tengo que irme.

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