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Durante once años de su vida, huir de las personas que querían hacerle daño había sido imposible. Su alacena en Privet Drive no había sido suficiente para protegerla, y nunca había tenido nadie que la cuidara.
Cuando pisó por primera vez la academia de S.H.I.E.L.D, cuando comenzó a entrenar y practicar magia avanzada, creyó que por primera vez en su vida podría protegerse a sí misma. Protegió Nueva York de Loki y su ejército.
Pero nunca se había sentido tan vulnerable y expuesta como se sentía en ese momento, parada en las puertas del Gran Comedor siendo acosada por la mirada de todos los alumnos de Hogwarts.
Suspiró por la bajo y caminó con la frente en alto hacia la mesa de Slytherin para sentarse a desayunar. Se sorprendió cuando dos personas se acercaron a ella.
—Cassiopeia —saludó Pansy, sentándose enfrente de ella. Theodore se sentó a su lado y le sonrió feliz, pero Cassie no pudo evitar notar las ojeras que tenía alrededor de sus ojos—. Creímos que no vendrías.
—Si hubiera sabido que todos sabían la verdad, me hubiera quedado en Asgard.
Pansy frunció el ceño.
—¿Dónde?
Cassie sonrió levemente y negó, quitándole importancia. Por debajo de la mesa, le tomó la mano a Theo, quien la miró y le sonrió con timidez. Se regañó mentalmente por permitir que HYDRA le hiciera daño, pero no dijo nada. No quería incomodarlo, no rodeados de gente.
—¿Tienes pareja para el baile? —preguntó Pansy de repente.
Cassie supuso que se refería al Baile del que Blaise le había hablado. Hizo una mueca al recordar a Zabini, aún no había hablado con él y no estaba muy segura de querer hacerlo, después de todo no tenía ni idea de qué le diría cuando lo viera.
—Te perdiste las novedades, cierto. Te explico. Hogwarts será la sede del Torneo de los Tres Magos.
—¿El Torneo de qué?
—¿Diggory no te contó? —inquirió Theodore confundido—. Juraría que lo vi poner su nombre en el Cáliz.
—Cállate, Nott, yo estoy hablando —espetó Pansy, y luego sonrió en dirección a Cassie—. Se juntan tres escuelas de Europa, con un mago representando cada una, se hacen tres pruebas y el que sobrevive, pues gana.
—Lo explicaste mal, Parkinson —se quejó Theo.
Pansy lo miró mal y enseguida comenzaron una dispuesta, que fue silenciada por Cassie.
—Ya basta los dos. Yo soy la menor pero ustedes parecen dos niños —espetó. Pansy y Theo se miraron mal, pero no dijeron nada—. Sigue, Pansy.
