iv

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La híbrida original se había enfadado mucho con Steve por comportarse de aquella manera con Sirius y Remus, y por eso se encerró en la biblioteca con los Maximoff en cuanto tuvo la oportunidad.

Wanda veía con fascinación los libros, y Pietro estaba sentado en un sillón al lado de Cassie, acariciando su cabello. La morocha no perdía de vista los movimientos de la bruja sokoviana, asegurándose de que los libros de Artes Oscuras no terminen convirtiendo a Wanda en una pequeña Voldemort en potencia, porque suficiente tenía con él y no tenía ganas de volver a enfrentarse a ella.

¿Qué haría si Wanda decidía adueñarse del mundo mágico?

Estaba tan perdida en sus pensamientos que no notó a Regulus entrando a la biblioteca y acercándose a ellos, tan silencioso como un gato.

—Yo que tú tendría cuidado con lo que leo —aconsejó a Wanda. La adolescente, avergonzada, escondió las manos detrás de su espalda. Regulus sonrió—. Tienes magia. ¿Estudias en Koldovstoretz?

Wanda frunció el ceño, confundida.

—La escuela de magia rusa —explicó él.

—No tengo magia como la de ustedes, señor Black. Mi magia me la dio la Gema de la Mente. Una de las seis gemas del infinito.

Regulus asintió y caminó hacia un estante. Revisó unos minutos, hasta sacar un libro de color rojo oscuro para dárselo a la chica.

—Hay una leyenda muy interesante sobre una bruja, la encontrarás aquí —dijo—. No lo leas cuando los demás estén contigo. No lo consideran... educativo.

—¿Por qué me lo deja leer, entonces?

—Bueno, Maximoff, estoy demasiado viejo para soportar una tercera guerra mágica, sobre todo contra una adolescente.

Cassie le dio una sonrisa a Wanda, sabiendo que Regulus la estaba casi halagando.

—Vamos a comer, niños. Si tardan, la señora Weasley se enojará.

La morocha rodó los ojos, pero los tres adolescentes obedecieron al adulto y lo siguieron hasta el comedor, donde los tres Vengadores, los Weasley y los Black ya estaban sentados. Cuando Cassie se acomodó al lado de Sirius, entraron Harry, Hermione y Ronald.

La mesa quedó en un silencio tenso mientras Harry se sentaba enfrente de su hermana, Pietro a su lado, y Wanda al otro lado del rubio. Vega miró a sus primos y soltó una risa divertida.

—Pansy y yo nos quedamos encerradas en un clóset de Hogwarts, pero enseguida logramos salir —dijo la Black de repente. Todos la miraron con atención, agradeciendo que interrumpiera el silencio—. Deberías seguir nuestro ejemplo, Harry. Te sentirás más liberado.

The Avenger PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora