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Los tres adultos llevaron a Cassiopeia a comer algo y luego al cine a ver una película. Ni siquiera recordaban el nombre de esta, porque los únicos que la miraron fueron Natasha y Steve. Cassie y Tony pasaron toda la película molestando a los demás.
Cuando ya estaban de vuelta en la torre, Steve cargaba en su espalda a una dormida Cassie, quien ni siquiera notó cuando la dejó recostada en el sillón. Luego fue a la cocina, donde Natasha y Tony estaban.
—¿Por qué no la llevas a su cama? —inquirió Natasha.
—Quiero que coma algo antes de que se vaya a dormir —respondió él.
Natasha le dio una media sonrisa.
—Sabes que no es una niña, ¿cierto?
Steve la miró con el ceño fruncido.
—Acaba de cumplir doce años.
—Y vivió más cosas en esos doce años que muchas personas en cien —replicó ella, pero sin dejar su tono suave.
Sin embargo, Steve no quería aceptar que ella tenía razón. Sabía que, si bien apenas había cumplido doce años, la chica no era ninguna niña indefensa. Era totalmente capaz de protegerse a sí misma y a los que quería, y no dejaba que nadie le pasara por alto o tomara decisiones por ella. Pero desde el momento donde la vio sintiéndose culpable y afligida por haber torturado a Loki sintió la necesidad de protegerla de todo lo malo. Cassiopeia podía ser una bruja, más poderosa que muchos de los presentes, pero aún así no podía evitar querer protegerla.
Antes de que Steve responda, los tres adultos vieron a la chica entrar a la cocina y sentarse en la mesada.
—¿Qué hay para cenar? —inquirió la menor al notar las miradas en ella.
Steve sonrió y besó su frente. Sí, no importaba si tenía doce o veinte años. Cassiopeia era una niña y él iba a protegerla de todo.
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—Y entonces una serpiente gigante comenzó a petrificar a todos los nacidos de muggles porque la versión adolescente de Voldemort se lo ordenó. ¡Y también se atrevió a petrificarme a mí! ¿Pueden creerlo? Porque yo no —parloteaba Cassiopeia mientras intentaba aprender a tocar la guitarra con tutoriales de YouTube.
Steve y Tony la escuchaban atentos. El primero enfadado de que nadie le haya contado en el momento cuando ocurrió y el segundo la miraba divertido. Ya habían pasado varios días de la llegada de Cassie a la torre de los Vengadores. Días en los cuales Cassiopeia se había dedicado a hacer absolutamente nada, hasta que los dos hombres decidieron sentarla y preguntarle sobre sus últimos meses en Hogwarts. A ella no le quedó de otra que hablar sobre el basilisco y Tom Riddle.
