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La ojiverde le sonreía a todos los alumnos que pasaban por su lado, asustando a más de uno. Usualmente, la chica no solía mostrarles una sonrisa a no ser que fuera sarcástica o cruel.
Pero esta vez, Pansy parecía emocionada. Incluso feliz.
Llegó al patio, donde divisó a Harry sentado en el pasto solo. Fue hacia él y se sentó a su lado pero Harry la ignoró, por lo que suspiró ruidosamente para llamar su atención. El chico rodó los ojos cuando notó que no iba a lograr ignorarla y la miró.
—Potter.
—Merlina.
Pansy sonrió inocentemente. Tenía los brazos cruzados sobre su pecho, muy sospechosamente.
—Hice algo y necesito tu asistencia.
—¿Me afecta de alguna manera?
—No.
—¿Afecta a Cassie, Vega o Draco de alguna manera?
Pansy ladeó la cabeza.
—No si no se enteran.
—¿Estás herida?
—No, pero es tierno que te preocupes.
—¿Es ilegal?
—¿Lo dudas?
Harry cerró los ojos unos segundos. Cuando les pidió ayuda a los Slytherin para llevar a cabo el Ejército de Dumbledore no se hubiera imaginado que iba a pasar tanto tiempo al lado de ellos, o al menos lo suficiente para saber que no eran tan malos como parecían.
Sí, Pansy y Draco se divertían a costa de sacarles puntos a los demás y de humillar a otros compañeros. Pero también se protegían entre ellos, eran leales entre ellos como nadie. Se cuidaban las espaldas y se apoyaban.
Y Harry, quisiera o no, era uno de ellos. Lo era desde el momento donde se unieron todos contra Umbridge. Tal vez incluso desde antes.
—¿Qué has hecho?
Pansy ladeó la cabeza.
—Ve por tu Capa.
El ojiverde la miró desconfiado, pero se levantó y caminó hacia el castillo. Pansy se quedó sentada jugando con el césped, esperando pacientemente que el chico volviera. No iba a negar que parte de ella esperaba que se negara a ayudarla, después de todo le habían hecho la vida imposible los últimos cuatro años, ella aún se divertía a costa de él y sus amigos, pero Harry tenía el instinto de ayudar a cualquier persona que lo necesitara, sin importar si lo merecía o no.
Cuando volvió, Harry tocó su hombro para llamar su atención. Pansy volvió a cruzar sus brazos en su pecho, se levantó, le hizo una seña para que la siga y se adentraron al castillo. Caminaron hacia las mazmorras hasta llegar al salón de Pociones. Pansy trabó la puerta para que nadie entre. Harry notó que su túnica estaba sucia donde ella tenía sus brazos cruzados.
