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Luego de dos días, que Cassiopeia pasó completamente ofendida en su habitación propia en Slytherin, finalmente era lunes y la morocha debía ir a clases. No importaba cuánto demostrara su enojo, no había podido hacer que Fury y Dumbledore la dejaran volver a S.H.I.E.L.D o con Steve, quien había sido el primero en ofrecerle un lugar en su departamento.
Preparó unos cuantos pergaminos en su bolso, los libros de las clases que le tocarían, pluma y tinta. A primera hora, tenía Pociones con Gryffindor. No sabía cómo sentirse al respecto, pues no sería tan malo si debía aguantar a la muy molesta sangre pura de Greengrass menor y la insoportable de Ginny Weasley, a ellas las podía manejar. El problema era que Dumbledore había decidido que el conocimiento de la chica Potter era superior al de sus compañeros de primer año, así que decidió adelantarla un año. ¿Lo bueno? Eso significaba un año menos para terminar esa tortura. ¿Lo malo? Debía estar con sus hermanos y sus amigos.
No cabía duda de que Dumbledore lo había hecho a propósito.
No había salido casi nada en el fin de semana, sólo para comer, y la única que se le había acercado había sido Luna Lovegood. Al principio estuvo algo arisca ante la presencia de la rubia, pero cuando la chica le pidió disculpas por alejarse de ella terminó perdonándola. En el poco tiempo que estuvo con Luna, se puso al tanto de algunas cosas. Por ejemplo, había algo que estaba petrificando alumnos nacidos de muggles, hubo un club de duelo donde sus hermanos se enfrentaron y Harry habló con una serpiente y horas después de eso encontraron a Harry con un niño y un fantasma petrificados. En ese momento, todo el mundo creía que Harry y, por ende, también Cassie, eran descendientes de Salazar Slytherin, aunque había rumores de todo tipo. Incluso algunos decían que la razón por la que ella se había ido tenía que ver con las petrificaciones.
Cuando la chica salió de su habitación hacia la Sala Común, notó que varios de sus compañeros la miraban. Ella suspiró y comenzó a dirigirse a la salida, pero Draco y su pandilla lo evitaron.
—Buen trabajo con los sangre sucias, Cassiopeia. No son dignos de la magia —le dijo su hermano.
—Potter para ti, Malfoy —espetó la chica—. Si ellos no son dignos de la magia, entonces ustedes no son dignos de mi tiempo. Muévanse.
Sí, tal vez ella sea una bruja sangre pura, pero no tenía prejuicios con la sangre y le molestaba que la gente creyera que sí los tenía sólo por ser de Slytherin.
Notó a Blaise Zabini sonreír divertido y correrse, dejándole la vía libre. Ella comenzó a caminar, alejándose mientras disfrutaba del ruido que hacían sus borcegos chocando contra el piso. La niña se había acostumbrado a usar borcegos con plataforma para no estar en desventaja con sus enemigos, así que incluso en la escuela seguía usándolos, pues se sentía demasiado pequeña cuando no lo hacía. Se sentía inferior.
