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El adulto vio a la niña removerse en la cama, incómoda. Hacía horas la había encontrado en el medio de un bosque mientras escapaba del gobierno de Escocia, el país donde estaba escondido, y aunque se le pasó por la cabeza que tal vez era parte de un plan para atraparlo, decidió que lo correcto era ayudarla. Después de todo, su padre parecía no mentir cuando decía que lo conocía y estaba seguro que aquel hombre no era tan cruel como para dejar a la chica en el medio del bosque como cebo.

Cuando la encontró, la chica estaba temblando en el suelo y balbuceando palabras que él no llegaba a comprender. La había llevado en sus brazos hasta el pequeño departamento donde vivía y la recostó en su cama, para enseguida encargarse de taparla con las mantas y darle calor. El clima no era fresco en lo absoluto, pero la chica tenía el cuerpo tan frío que le sorprendía que no tuviera una hipotermia.

No sabía exactamente qué le pasaba, pero era una simple niña que estaba sola en un país que tal vez ni siquiera conocía. Parte de él seguía creyendo que era una trampa, que tal vez estaban usando a la chica para atraparlo, pero no la creía capaz de fingir aquello. Parecía que estaba atrapada en sus sueños, pues se removía y balbuceaba palabras inentendibles para él. Y el frío era muy real, pues incluso se lo había trasmitido a él cuando la tocó.

No podía abandonarla a su suerte. Era la hija de su supuesto mejor amigo. Aquello decía lo que había leído en el museo antes de irse a Europa, e independientemente de si era real o no, se había prometido que no iba a volver a matar a nadie. O dejar morir, en este caso.

Le preparó un café, pues era lo único que tenía para tomar y solía llevárselo su anciana vecina, que al parecer no conocía al Soldado del Invierno. Luego de que SHIELD y HYDRA cayeran, todo el mundo sabía sobre su existencia, por lo que debía cuidarse y cambiar de ciudad cada pocas semanas. Todo el mundo, excepto aquella amable señora.

Le dejó la taza en el piso y se sentó al lado de ella. No sabía exactamente cómo ser delicado con una niña, pero tampoco parecía que serlo fuera a servir de algo. Los balbuceos habían pasado a convertirse en casi gritos, aunque eran más pedidos de auxilio. Sabía exactamente lo que le estaba pasando, no estaba teniendo una pesadilla. Estaba recordando algo.

La chica elevó sus manos, de las cuales se asomaban unas filosas garras, y las dirigió a su rostro, pero él logró sostenerlas antes de que se lastime. Ella no se rindió e intentó deshacerse del agarre del mayor, pero él no la soltó en ningún momento.

—Ya basta. Despierta —ordenó él. Su voz gruesa apenas se escuchó gracias a los gruñidos de la menor.

No tenía ni idea de qué era con exactitud aquella chica. Sólo sabía que había cometido un error al subestimarla, y no era alguien con quien debías meterte.

The Avenger PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora