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El ambiente que había quedado en el castillo era desolador. Los amigos de los dos hermanos Potter estaban juntos por primera vez sin pelear, todos en silencio compartiendo el dolor de haber perdido a sus dos amigos.
Draco abrazaba a Luna, mientras que Theo sostenía las manos temblorosas de Pansy. No podía evitar pensar en que habían vuelto a aquella noche en la que perdieron a su amigo a manos de Bellatrix Lestrange. Aún no habían sanado de una pérdida y ya habían perdido a otra amiga, era sin duda desgarrador.
Vega se acercó a ellos. Sus cachetes y nariz estaban rojos y sus ojos estaban perdidos. Caminaba a pasos temblorosos, siendo acompañada por Cedric que la sostenía del brazo porque parecía que la chica estaba a punto de desplomarse en el suelo, caminaba como si no supiera en dónde estaba o qué debía hacer. La verdad era que todos estaban igual, ninguno sabía cuál era el siguiente paso a seguir.
Pansy se levantó para abrazar a su novia con fuerza, mientras que dos brazos pasaron por los hombros de Theo, cubriendolos. El chico volteó para ver los ojos verdes de Isaac, que en ese momento se veían rojos e hinchados. Se abrazaron con fuerza, sin tener mucho para decir.
Cedric los miró. Sus manos temblaban y el pecho le dolía de solo pensar en su mejor amiga. ¿Por qué ella? ¿Por qué le había tocado a ella ser la salvadora del mundo mágico? ¿Por qué le tocaba a ella sacrificarse por el resto de la gente?
Tal vez Cedric siempre supo cuál era su destino. ¿Por qué se permitió hacerse su amigo entonces?
Quitó ese pensamiento egoísta de su cabeza y miró a Theo y Isaac. El mayor consolaba al castaño, que finalmente se había quebrado y lloraba con la cara escondida en el hombro del contrario. Todos estaban mal, cada uno quería a Cassie y Harry y eran importantes para todos, y ahora que ninguno estaba alguien tenía que cuidar de ellos, Cedric iba a hacerlo sin dudarlo.
Tal vez lo hacía en memoria de su mejor amiga, tal vez era para no tener que lidiar con el dolor en ese momento, pero se dirigió a los dos chicos para llamar su atención. Isaac lo miró, con sus verdes hinchados y rojizos. Se estaba aguantando el llanto, pero solo era un chico y toda la situación lo estaba sobrepasando como al resto de ellos, solo que el chico intentaba mantenerse fuerte por los demás.
—Tenemos que sacarlos de aquí —susurró. Isaac asintió, comprendiendo, y rodeó a Theo con un brazo para hacerlo caminar.
El castaño lo hizo y juntos fueron hacia Draco y Luna. La rubia se aferraba al mayor con fuerza.
—Chicos, tenemos que irnos —murmuró Isaac. Draco negó—. Los mortífagos no tardarán en venir, Malfoy.
