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Si debía ser honesta consigo misma, nunca se hubiera imaginado que iba a terminar en Asgard con Thor. Nunca se imaginó que terminaría con un incómodo vestido y un peinado extraño, ni mucho menos se imaginó que extrañaría las peleas de la Tierra.
Pero sobre todo, nunca se imaginó que iba a terminar en esa celda con él. Aquel hombre que ordenó a Barton dispararle, aquel que intentó conquistar la Tierra, aquel que la apuñaló y asesinó a una de las personas más importantes para ella.
Nunca se hubiera imaginado que ir a practicar su magia a Asgard significaba practicarla con Loki, el Dios del Engaño. Pero lo entendía. Frigga aún no podía ayudarla porque estaba ocupada con Jane Foster, protegiéndola y haciéndola sentir menos incómoda en ese lugar lleno de dioses, reyes, guerreros y brujos en el que ninguna de las dos humanas se sentía cómoda. Menos cuando tenía que estar en compañía de él.
Miró al mayor, notando que él la miraba desde antes con una sonrisa burlona. Cassie quiso sacársela de un golpe, pero debía comportarse porque no estaba en su mundo.
—Entonces, ¿tienes problemas con tu magia?
—No —respondió ella a la defensiva, pero luego lo pensó mejor—. Tal vez.
—Eres muy poderosa, lo noté en Midgard —le hizo saber él, sonriendo.
—Cuando nos invadiste y mataste a mi amigo —espetó la menor de manera mordaz.
¿En qué diablos pensaba Thor cuando la metió ahí?
—Supéralo.
—Es todo —dictaminó la chica y se puso derecha—. Me voy.
—Si te vas, no aprenderás a manejar tu magia, Lady Cassie. No serás capaz de proteger a la gente que amas. No podrás proteger a nadie porque no serás lo suficientemente poderosa. Yo puedo ayudarte.
La adolescente lo observó en silencio, analizando sus palabras. Había dado en un punto débil, él sabía que lo único que ella quería era proteger a la gente que amaba. Proteger la tierra era solo un bonus que hacía porque Steve y Natasha lo hacían, y porque la habían reclutado para eso, después de todo.
Pero a ella le importaba más mantener a su familia a salvo, y la idea de no ser lo suficientemente fuerte para lograrlo la martirizaba.
Entonces volteó, encontrándose con la mirada de Loki puesta en ella.
—Pero quieres algo a cambio.
—No, me dedico a ayudar a adolescentes con problemas de autoestima —espetó Loki.
—No tengo problemas de autoestima. Soy hermosa, divertida y poderosa.
