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Enfadada, Cassiopeia se deshizo del agarre de Regulus al entrar al castillo y lo miró mal. Sus ojos casi parecían estar en llamas, pero tampoco parecía importarle mucho a su tío.
Cuando hubo irrumpido en la Casa de los Gritos, Cassie estuvo a punto de hechizarlo para hacerlo regresar por donde vino, pero Sirius la convenció de irse. Honestamente, le había sorprendido que Regulus no lo atacara en ese momento pero tampoco tenía muchas ganas de ser testigo de una pelea de hermanos.
Cassiopeia iba a hablar, pero Regulus la interrumpió.
—Diggory, lleva a la señorita Rogers a las mazmorras y asegúrate de que entre a su Sala Común —ordenó el profesor al chico que pasaba por el pasillo.
—Sí, profesor Black —respondió Cedric y miró a Cassiopeia cuando se quedaron solos.
—Sí sabes que no iré a mi Sala Común, ¿cierto?
—Sí. Y estoy dispuesto a acompañarte a donde vayas, porque si te mueres bajo mi cuidado será malo para mí.
—Quién lo hubiera pensado, un Hufflepuff pensando en sí mismo —espetó la chica.
Al ver la sonrisa divertida de Cedric, Cassiopeia no pudo evitar sonreír también.
Aquel chico, aunque fuera mayor que ella por varios años, había sido el único en mostrarse amable además de Zabini y Nott. Honestamente, la sorprendía un poco, pero había aprendido a no cuestionar a las personas cuando eran amables con ellas.
—Ven, hay un lugar donde podemos ir.
Cassie miró a Cedric, confundida, pero no dijo nada. Caminaron por muchos pasillos y subieron varias escaleras hasta llegar a la torre de Astronomía. Cedric se sentó en el piso y Cassiopeia lo imitó, sonriendo levemente, mientras miraba las estrellas.
Cuando estaba con los Vengadores y no sabía que era una Black (y por ende, tampoco sobre la tradición que estos tenían) le gustaba sentarse a solas y observar las estrellas. Todas las noches buscaba la constelación Casiopea y se la señalaba a quien la acompañara, mientras también hablaba sobre la reina griega que llevaba el mismo nombre. Sabía que a nadie le importaba, pues tenían cosas más importantes por las que preocuparse, pero Cassie se había leído cada libro de mitología que existiera en la biblioteca de su escuela. Le encantaban los mitos, sobre todos los griegos y nórdicos, y le encantaba hablar sobre aquello con las personas.
Se preguntó si a Cedric le interesaría la mitología, o al menos la Astronomía.
—¿Conoces el mito de la Reina Cassiopeia? —terminó por preguntar.
