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—Vinieron alumnos de otra escuela, el profesor Moody convirtió a Draco Malfoy en un hurón y anunciarán a los campeones en unos días, pero fuera de eso no te perdiste de nada —le contaba Luna a su amiga.
Cassie sonrió burlona al imaginarse a su hermano mayor convertido en un hurón, aunque parte de ella creía que lo que Moody había hecho era abuso de autoridad.
El profesor Moody parecía una persona extraña, por no decir algo peor. Había escuchado que en la primera clase que tuvo con los Gryffindor les habló sobre las maldiciones imperdonables e incluso las probó en tres arañas. Si debía ser honesta, tenía mucha curiosidad por tener una clase con el hombre. Por suerte, le tocaba a primera hora esa mañana, pero había decidido que desayunaría en Ravenclaw con Luna para ponerse al día con su amiga.
—¿En un hurón? —repitió Cassie, divertida.
—Sí, según oí intentó atacar a tu hermano por la espalda —respondió Luna encogiéndose de hombros.
Desayunaron tranquilas, hablando sobre diferentes temas que iban surgiendo en el momento, aunque Cassie podía notar la mirada de varios alumnos sobre ellas y llegaba a oír cómo murmuraban por lo bajo. Incluso sentía la mirada de su tío fija en ella.
—¿Tú qué hiciste en el verano? —preguntó Luna.
Cassie le dio una mirada a Theodore, quien estaba desayunando con la misma pandilla de siempre. Él, Draco, Blaise, Pansy y las Greengrass. Volvió a mirar a Luna y se encogió de hombros.
—Me peleé con mi padre porque desmanteló S.H.I.E.L.D junto a HYDRA y luego me fui a Asgard con Thor. ¿Qué hiciste tú?
—Interesante —asintió Luna, aunque en realidad no había entendido ni la mitad de las palabras de la morocha—. Yo estuve buscando pruebas de la existencia de algunos animales con mi padre —murmuró.
Cassie sonrió, dándole ánimos para que siga hablando. Luna era de las pocas personas ajenas a su loco mundo, debía cuidarla.
—Cuéntame más.
Sin embargo, se interrumpió cuando alguien picó su hombro. Se sobresaltó al principio, pero se relajó cuando reconoció el aroma de su hermano Harry. Suponía que era porque la Luna Llena estaba cada vez más cerca, pero tenía sus sentidos más agudizados que nunca. Podía oír hasta el ruido que hacían los alumnos al rozar los tenedores contra los platos, y era algo extremadamente incómodo.
—¿Podemos hablar? —pidió Harry. Cassiopeia podía oler su incomodidad e inquietud.
Cassie le sonrió a Luna a modo de disculpa y le dio un pequeño abrazo, para luego levantarse y mirar al Gryffindor. La última vez que habían hablado no había salido para nada bien, así que no estaba muy segura de qué podría querer el chico. Sin embargo, parecía tan ansioso y preocupado que Cassie no pudo negarle unos minutos de su tiempo.
