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El director Nicholas Fury estaba sentado en su escritorio leyendo el pergamino que le había llegado. La varita había sido vendida, según Albus Dumbledore, a una bruja de once años que apenas estaba empezando el primer año de Hogwarts. Se rascó la barbilla mientras pensaba en qué hacer.
Luego de que Ollivander le haya dicho lo importante que era aquella varita y el poder que tenía, supo enseguida que necesitaba que aquel mago o bruja que eligiera se una a su equipo de Vengadores, pero se suponía que debían reclutarlo cuando tenga ya haya terminado sus estudios en la escuela, pero parecía que debía acelerar las cosas por el bien de la humanidad. Una amenaza se les venía encima, el Tesseract mostraba comportamiento extraño, por lo que necesitaba reunir a los Vengadores. Eso incluía a la pequeña bruja. Tendría que entrenarla sobre la marcha.
Cuando escuchó la puerta ser tocada dos veces, dejó el pergamino y le dio permiso a quien estaba detrás de la puerta. La agente Romanoff entró seguida del agente Barton.
-¿Nos mandó a llamar, Director? -inquirió Romanoff.
Fury asintió.
-La varita fue vendida, tenemos a nuestra bruja. Su nombre es Cassiopeia Potter, es conocida en el mundo mágico por destruir al mago más poderoso de todos los tiempos junto a su hermano. En una semana Dumbledore nos dirá qué tan poderosa es la niña y si vale la pena. Así que prepárense porque viajaremos al mundo mágico.
-Creí que la reclutaría cuando sea mayor y haya terminado sus estudios -habló confundido Barton.
-Cambió de planes, agentes. Tendremos a la niña antes de lo planeados y ustedes serán los encargados de entrenarla.
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Sí, debía admitir que le molestaba como el infierno ser la rara de Hogwarts. Si debía ser justa no veía muy raro que siendo una Potter quede en Slytherin. Sí, toda su familia había sido Gryffindor, pero ella creía que podía ser la excepción, y eso no significaba que sea una rara o no sea digna del apellido 'Potter', como su querido hermano le había recordado.
Dos semanas ya llevaban de clases y ella no tenía ni un amigo, aunque no los necesitaba tampoco. Ella estaba ahí para estudiar, no para hacer sociales.
La clase de vuelo había sido un desastre, pues una compañera casi la tira de la escuela porque no la consideraba digna de estar en Slytherin. La peor parte eran ellos, los chicos y chicas con los que compartía casa. No le molestaba tanto las miradas raras de las otras casas, pero sí era molesto tener que soportar a sus compañeros. No podía estar tranquila en su habitación o en la Sala Común, porque siempre iba alguien a molestarla. Sobre todo un niño de segundo llamado Malfoy. Sabía que él y su hermano se odiaban, pero con ella era mucho más cruel de lo que era con Harry. Amaba humillarla e insultarla en público todos los malditos días a cualquier momento, era como su actividad favorita. Claro, que a ella se le hacía imposible quedarse callada. Como ahora.
