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Debería haber sabido que la tranquilidad no iba a durarle demasiado. Después de todo, ¿cuándo le duraba? El año anterior había sido secuestrada por una leyenda de cien años de edad mientras intentaba rendir sus exámenes finales.
Durante casi un mes no se había despegado de su mejor amigo y su prima. Lo único que hacía era comer mucho con Vega y María, mirar series y películas y darles apoyo moral a los Vengadores cuando salían de misión. Incluso había encontrado una manera para contener su magia, así que ya no se descontrolaba. Pero ahora estaban por desmantelar la base donde posiblemente tuvieran el cetro de Loki, el objeto que llevaban un año buscando. Y nadie sabía a qué se enfrentarían, así que ella debía estar con ellos por si requerían sus poderes.
Como si fuera poco, Vega estaba actuando demasiado raro, y Cassie temía que su prima estuviera planeando escaparse. Tenía una sonrisita en el rostro imposible de borrar y desprendía emoción hasta por los poros.
Steve, vestido con su traje, entró a la habitación de Cassie, donde Vega y ella estaban. Vega ayudaba a la menor a colocarse su peluca.
-Vega, sentimos dejarte sola, pero como te explicamos, el cetro es muy poderoso. Si algún agente de HYDRA decide utilizarlo...
-Solo Cassie puede resistirse al poder de la linternita. Lo entiendo. Además, no estaré sola. Estaré con la agente Hill y será divertido ver a mi primita en el campo -dijo, burlona. Cassie rodó los ojos-. Pregunta, ¿por qué utilizas la máscara y la peluca si todo el mundo sabe quién eres?
-No es para ocultarme, Vega. Es parte de mi traje, me sentiría desnuda si no lo usaría -respondió-. Por eso lo utilicé en Hogwarts para la primera prueba. Es parte de mí.
Vega asintió, comprendiendo, y abrazó a su prima para desearle suerte. Los tres salieron de la habitación. Cuando Steve y Cassie se metieron al ascensor, la ahora platinada miró a la mayor.
-No te olvides de darle de comer a Aurora.
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Cassiopeia soltó un rugido, saltó de su escoba y esquivó los disparos de los agentes de HYDRA. Amaba poder controlar su transformación, aunque aún tenía serios problemas con manejar sus instintos homicidas cuando se enfadaba. Como en ese momento.
Sostuvo con fuerza el brazo del hombre y tomó impulso para saltar y enganchar sus piernas en el cuello del otro agente, dejándolo inmovilizado. Aplicó un poco de fuerza y sus enemigos cayeron al suelo, uno de ellos inconsciente. Al otro le dio un golpe con el puño cerrado en el rostro para dejarlo fuera de juego.
Volvió a subirse a su Saeta de Fuego y voló con rapidez hacia donde el resto de los Vengadores estaban, todos saltaron hacia los enemigos, dispuestos a abrirse paso a golpes para llegar a la base de HYDRA oculta entre la nieve de Sokovia.
