"Éramos marionetas para saciar su sed de sangre"
Suspiré amargamente. Pensar en eso no cambiaría las cosas. Aquél cónsul Publio Cornelio Escipión tenía razón: "prefiero enfrentarme al más grande de los ejércitos Cartagineses, liderados por el mayor enemigo de Roma y uno de los mejores generales del mundo, Aníbal, que luchar contra la ira de una daga por la espalda"
Lo único que podía hacer esa seguir escribiendo.
"Memorias de Beatriz Gulptill, superviviente al desastre de Castelvecchi"
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Castelvecchi, calle de White Forest
Minutos antes del inicio de la fugaMiraba a esa bestia que me doblaba en tamaño y anchura con miedo. Mortis estaba totalmente indiferente, mientras que Colette, por alguna extraña razón, sacó su diario de su mochila mientras miraba a la criatura fascinada. Mortis la vio seria, y vio lo que tenía: una imagen dibujada del mismo monstruo que estaba al frente. Lo noté, y me enojé.
Beatriz: ¿¡Por qué rayos tienes eso!?
Quería seguir reclamándole, pero, aparte de que Mortis me dijo que me callara, aquel zombie gordo corrió contra los mercenarios; al parecer no nos vio.
Los más valientes y veteranos de Mr.P apuntaron las armas, mientras que otro grupo tenía miedo, y temblaban al ver al coloso. Entonces, abrieron fuego. No le hacían casi nada. Cuando él llegó fue cuando lo derribaron. Al hacer esto, la horda corrió contra ellos, el problema es que estábamos en el medio de ambos, y varios de ellos nos vieron. Mientras tanto, Colette cambió de pagina mientras los veía fascinada.
Mortis: ¿Puedes correr por ti misma?— me susurró en el oído—
Asentí con la cabeza. Entonces, él me dejo en el suelo y le arrebato el libro a Colette. Ella la miró entre sorprendida y asustada, pero él cerró el libro rápidamente y agarró la muñeca de la fémina. Él gritó que corriera, y, a pesar de mi dolor en el vientre, corrí tras él. Fuimos en dirección a los mercenarios, los más asustados. Al parecer, el plan de Mortis era huir por nuestros pasos. A base de golpes y empujones, pasamos sobre los más de mil mercenarios, el problema es que había otra horda detrás de ellos. El plan de Mortis se caía a pedazos.
Mortis: ¡A la casa!— señaló la vivienda más cercana—
Los tres corrimos en su dirección, abrí la puerta con mi arma. Recorrimos toda la vivienda, hasta que salimos por la ventana. El clima, por alguna razón, era nublado, mientras caía nieve sobre nosotros. Los gritos de los mercenarios, rodeados por dos hordas, se escuchaban en el ambiente. Nuestra única opción era huir al lugar por el que se le llama White Forest: un bosque, en el que generalmente hay un clima frío, nieve, y poca visibilidad. Esto debido tanto a la estación del año, como a un problema meteorológico hecho por el instituto Pontifex.
Al llegar, lo único que podíamos hacer era correr. Los árboles eran pinos, tanto altos como sin siquiera hojas. Generalmente, nos encontramos con algunos mercenarios novatos, con miedo. En un momento, nosotros tres y algunos mercenarios novatos corrimos como una manada por el bosque, hasta que nos encontramos con otro monstruo: