Vivien y WildWolf, liderando en conjunto sus dos falanges como si fuera una, abandonaron la ciudadela a través de la entrada Este. Efectivamente, el bloqueo aún no había sido efectuado. Con esa oportunidad única, los dos líderes, uno de un grupo de próscritos abandonados a suerte y el otro de un pequeño equipo de camaradas, intentaron como pudieron rodear las fuerzas de la Corporación Génesis para así no encontrarse antes de lo esperado y arruinar el plan.
Desafortunadamente, no teníamos ninguna forma de saber si habían logrado flanquear al enemigo. La ausencia de comunicadores era preocupante, y las únicas radios estaban en mi poder o de dominio público.
En la emisora del Locutor, sonaba la canción 'Thriller' de Michael Jackson.
Penny: ¿Que hicieron QUÉ?
Tras contarle a ella y a su pareja lo que se había discutido en el Laboratorio, habían tenido la reacción que nadie se atrevía a tener durante ese momento. La negación total por una idea absurda.
Penny: ¿Catorce matados van a ir a luchar contra más de cien? Ni siquiera sabemos cuántos son. ¡Tienen condenados tanques maldita sea!
Incluso desde la azotea de una vivienda próxima a la entrada Este, los tres éramos incapaces de contar la magnitud de su ejército. Al punto de que, por todo el territorio que cubrían, nos era imposible ver al Locutor junto a su guardia personal aún cuando éste vestía un traje tan reconocible. Solo sabíamos que estaban "al final".
Penny: We're screwed
Beatriz: Pero si sale bien, habremos ganado. Y finalmente podremos huir.
Edgar: ¿Huir?
Penny: Sí, tenía planes de irme con ella de la ciudad como si fuera Latinoamérica. Pero su condición era tener a Max y mi condición era tenerte a ti, así que no llegamos a un acuerdo :)— habló bastante animada y relajada, exactamente igual que cuando se reencontró con él—
No había notado lo buena que era Penny para mentir y actuar. Edgar lo creyó todo, y otra vez la abrazó.
Beatriz: Pero si sale bien, habremos ganado...
Penny: ¿Notaste algo nuevo?
????: Miren, algo pasa.
Ábalos y dos más subieron a la pequeña azotea de la vivienda. Sus dos acompañantes iban armados con rifles. Y como el resto de los republicanos en las azoteas, tomaban puestos defensivos.
Penny, Edgar y yo solo estábamos perdiendo el tiempo. Ninguno tenía armas y no estábamos enfocados precisamente en vigilar.
Y sí, pasaba algo.
Casi al final desde donde llegaba nuestro campo de visión, vimos varias cortinas de humo. Allí estaban ellos. Desde lo alto de la azotea, la calle estaba tranquila. Pero allí adentro de las cortinas de humo, rugía la batalla y la gente moría. Se derramaba sangre. Se cortaban miembros. Se segaban vidas.
Por algún motivo, tampoco había ruido. Los demás soldados no se habían percatado de que los estaban atacando. Solo se mantenían firmes. En silencio. Esperando.
Penny: ¿Cuánto tardarán?— dijo al ver que Amber estaba preparando al resto del ejército para atravesar la improvisada barricada y atacar—
Kat: ¿En reducir unos cuantos guardias? No lo sé. Los soldados que lo acompañaban seguramente son su guardia personal.
Beatriz: Entonces serán los mejores. Los más fuertes.
Ella no respondió.
Todos los vigías nos quedamos mirando el humo. Mientras los soldados más cerca de la muralla preparaban un ariete.
Kat: Está pasando algo.
Antes de que Escipión iniciara su desesperada carga, rápidamente las cortinas de humo se disiparon, dejando ver levemente a los muertos, los heridos y los capturados.
Beatriz: Oh no...
Sentí como se congelaba la sangre en mis venas, al ver perfectamente a Vivien Radcliffe y los demás republicanos de rodillas, rodeados de soldados.
Cuando anocheció, en lugar de iniciar formalmente el asedio, los soldados más próximos abandonaron la zona. En su lugar, los miembros de la guardia personal de Sanguine, algunos heridos, otros con aspecto demacrado, todos sonriendo, clavaron estacas en las hileras más próximas a la barrica lo suficiente para ser visible desde la azotea más alejada de la entrada Oeste.
Llevaron a los prisioneros hasta allí y los encadenaron. A Vivien la pusieron justo delante de la entrada. WildWolf y su procónsul también estaban allí. El líder estaba herido, apenas podía mantenerse en pie.
No estaba Dreyland Scarab.
La guardia personal se colocaron junto a la hilera y contemplaron la barricada en silencio. Esta vez no sonreían. El Locutor avanzó hasta quedarse él solo en el centro. Tenía su clásico traje a corbata, pero esta vez negro en lugar de marrón. Contempló la improvisación muralla, tal vez contó las grietas o los puntos débiles y calculó cuánto tardaría en ser destruida.
No dijo nada. No gritó insultos ni amenazas. No agitó ninguna bandera ni hizo ningún gesto.
Solo se acomodó los lentes oscuros.
Cuando quedó satisfecho, regresó de nuevo a la línea. Los guardias alzaron sus armas al mismo tiempo, y apuntaron contra los prisioneros.
Kat: Prepárense. Que los francotiradores afinen la puntería. Cuidado de dar a alguno de los nuestros.
Pero no sé produjo ningún ataque. En cambio, simplemente un pequeño estruendo de algo enorme acercándose.
Mi primer pensamiento fue que algún monstruo como El Grande o El Primo había llegado por la condición nocturna. En cambio, algo peor se había acercado. La razón por la que el ataque había fallado.
Frank Horrigan avanzaba lentamente, causando un temblor en el suelo con cada paso. Se posicionó inmediatamente atrás del Locutor.
Tanto Ábalos como yo escuchamos exclamaciones de alarma de las demás azoteas. Primero pense que era producto de la primera impresión que daba ver al monstruo que antaño fue un amigo en Brawl Stars.
Pero no. Entendí el motivo de las exclamaciones cuando los prisioneros comenzaron a arder.
Hubo gritos de horror cuando les llegaron los alaridos. Los prisioneros forcejeaban para liberarse de las ataduras, pero no había escapatoria. Vivien Radcliffe se retorció en su estaca como un mosquito en una sartén.
Kat: Un rifle. ¡Rifle!
Le quitó el arma a alguien, se la echó al hombro y disparó. Vivien cayó hacia atrás y se sacudió, sujeta por las cadenas. Ábalos disparó al siguiente. Luego, al siguiente. Después disparó al procónsul en el pecho y silenció sus gritos. WildWolf rodaba, intentando apagar las llamas. Necesitó dos tiros para poner fin a su agonía.
Al ver que pasaba, los demás francotiradores asumieron su responsabilidad. Cada bala terminó con la vida de sus compañeros. Poco a poco, los gritos cesaron, y después silencio.
Los cuerpos continuaron ardiendo, mientras un Billy-Ray Sanguine en máxima seriedad se retiraba del frente seguido de su guardia personal.