Pero, ¿Por qué?...
La muerte de la luz. Era un buen título. Representaba exactamente lo sucedido en Roarhaven. Como finalmente la luz se apagó...
Nuevamente, estaba sola. Pensando en lo sucedido, siempre lo estuve. Cuando finalmente conseguí alguna compañía, fue asesinada indirectamente por la mismísima Regente. Solamente, quería volver a casa. Por eso sus palabras retumbaban siempre en mi mente.
"¿A casa? No podemos volver a casa. Hay una línea que tenemos que cruzar. Si tenemos suerte hacemos lo que debemos y luego morimos"
Es necesario tocar fondo para volver a levantarnos. ¿Pero y si nunca lo hacemos? Nunca conocemos el final. Y ese es el punto. Al hacer lo que hicimos, se necesita esperar lo mejor, y prepararnos para lo peor.
Finalmente cayó la lluvia. Era peculiar que sucediera desde mi punto de vista. Nevada era ridículamente caluroso en esta época del año, y no estábamos en época de lluvia. La única repuesta posible era el Proyecto Adán, su efectividad y el hecho de que alguien estaba en su posición.
Me sentía realmente estúpida por no haberme dado cuenta. Sprout siempre estuvo vivo, y siempre fue una planta. No es la monstruosidad que vi en el hotel de Solaris. Es y sigue siendo el experimento de Rosa y yo. La planta que modifica el clima.
Y solo dos personas en el mundo tenían autorización para regir sobre él. Me alegré muchísimo por el hecho de que mi tutora legal hubiera sobrevivido. Me dieron ganas de saltar de alegría.
O al menos hasta que recobré la claridad mental.
Cada día que pasaba en esto era más clara la locura a la que todos estábamos sometidos. Así mismo, era distinta la forma en la que se proyectaba. Amber estaba condenada a sonreír eternamente, a siempre ser la voz del optimismo; sin ella, me sentía mucho más decaída. Mortis, siendo el más notorio, era el más grave también; desde que vio a su supuesta hija siendo finalmente una infectada, estaba más inexpresivo. Parecía un psicópata: cada vez más letal. Fue consumido por la ira.
Colette era simplemente una hija de la noche. Silenciosa, peculiar y habilidosa. Sabía cosas, de forma sobrenatural. Era como si supiera exactamente qué pasaría en el futuro, qué pasó en el pasado, y por su evidente sonrisa maquiavélica, en el presente también.
Hombres Hueco. Nombre no muy acertado, pero también el único disponible. En particular, estos estaban más demacrados. Tenían la misma característica: no se movían cuando los miraban. Solo que estos eran mucho más débiles que un zombie corriente, y no eran muy veloces.
Los tres, en una línea, pasábamos sobre ellos. El vampiro eliminaba única y exclusivamente a aquellos que fuera necesario para seguir adelante. Para él, era necesario eliminarlos a todos.
Desde hacía meses que había perdido la noción del tiempo. Los dolores sospechosamente habían desaparecido, dando paso a una incertidumbre que me acompañaba siempre. No sabía cuánto me quedaba de vida. Pero por mi estado de salud actual, debía de ser suficiente para encontrar como parar mi enfermedad.
Los zombies se mantenían quietos mientras pasábamos a su lado. Levemente se llegaban a mover cuando no les observamos. Al recibir un corte, los muertos vivientes liberan un gas verde de olor tan insoportable como el de las propias criaturas, y luego se "desinflan" y caen muertos.
Peculiar sin dudas.
Pero no tanto como la interminable cantidad de Hombres Hueco en la zona.
Seguíamos atrapados entre el enorme pasillo. Casi