Beatriz: Sanguine, ¿Que son los monstruos de aquí?— pregunté angustiada, enojada y muy preocupada—
????: Lo lamento, pero el señor Billy-Ray no está disponible— habló alguien más. Elegante y muy formal, tenía un acento americano— mi nombre es Fang y ahora yo soy el encargado de la radio por los momentos. Agradecemos su comprensión, y esperamos a que sobrevivas a nuestro pequeño regalo.
Poco a poco el pequeño ejército de "Calcinados" entraba al edificio mientras gritaban por sangre. Y como ya me habían marcado, era un objetivo más apetecible para aquellos monstruos.
Por primera vez desde que la conozco, pude ver terror en el rostro de la peli-blanca. Mortis, igual de inexpresivo, no tenía ningún arma; yo ya de por sí estaba infectada, pero se una forma inusual; Amber y su antorcha capaz de calcinar a cualquier cosa no estaban, dando una desventaja notoria.
A través del comunicador pude escuchar una particular canción. Era conocida como "La canción más misterio de Internet". La canción fue grabada en un estudio Alemán, y nadie, absolutamente nadie tenía registro de ella salvo la propia canción. Es el mayor misterio del mundo de la música, pero ahora resulta curioso que el lacayo de Mr.P la use después de "enviar" al que no paraba de llamar "Liquidador".
La sonriente Colette desapareció por completo, siendo reemplazado por una peli-blanca asustadiza, temerosa. De pronto noté que se había vuelto débil, esquelética y pálida, mientras el vampiro se veía viejo y cansado de pronto. La fuerza y adrenalina que había obtenido desapareció por completo. Los dos Gigantes Frenéticos de veía imponentes, fuertes y peligrosos. El pequeño ejército era mucho más peligroso únicamente por su velocidad, y del Liquidador que decir. Levantó la mirada, y en el vacío de su máscara de gas vislumbré un peculiar color verde: gas. Dentro de su máscara había gas.
La criatura no gruñía, no mostraba signos de hostilidad. Se limitaba solo a observarme en silencio, con curiosidad. En base a que Colette y Mortis habían bajado, noté que solo se fijaba en mi presencia.
Siguió su camino, cada vez más cerca de lo que hace pocas horas llamé hogar.
"¿Le tienes miedo a Dios?"
Elizabeth Comstock
Estábamos heridos. Solo yo tenía un arma con la cual defendernos. Los pavos, los malditos pavos entorpecían mi caminar. El Grande no estaba donde lo había visto por última vez.
Los gruñidos se escuchaban cada vez más cerca. Algunos no se limitaban a subir como debería: escalaban los muros.
Indefensos, solo podíamos rezar para salir vivos.
Ah, ese era el problema: salir.
Únicamente yo tengo algo con lo que defendernos, y la cada vez más grande horda nos perseguía a todos, sin distinción. No me ponía especial atención por estar infectada por ellos; a los tres nos perseguían con fervor.
Eran más rápidos que mis proyectiles, lo que no quita el hecho de que eliminé alguno mientras huía por los pasillos. Por cada zombie destruido, le precedían tres más con mayor fuerza y velocidad. Pronto los pasillos se vieron muy cortos y muy estrechos, y la iluminación del día me cegaba mientras corría.
Era extraño que no nos hayan alcanzado, cuando antaño lo habían hecho sin problema. Pese al dolor causado por el monstruo anterior, no paré de correr en ningún momento. No importaba que estuvieran jugando conmigo, si estaban distraídos o yo había ganado cualidades, no me alcanzaban. Volteé la mirada y no nos seguían.
Le dije al vampiro la noticia, pero tampoco estaba. Tampoco vi a Colette. Solo los malditos pavos.
El edificio era enorme, y buscarlos sería una negligencia, pero debía hacerlo. No podía abandonarlos aquí, pero tampoco debía buscarlos estando prácticamente desarmada, al igual que ellos. Si no me perseguían a mí, debían estar tras ellos. Temí lo peor.
Pero, ¿Que podía hacer? No reconozco al vampiro de quién era en Brawl Stars; y desde que presenció a su hija y esposa infectadas había cambiado aún más. ¿Que podía hacer una simple Entomologa?
Me limité a esconderme por las zonas oscuras, donde la luz no llega. Por suerte, no me encontré a ninguno de los invasores. Logré huir hasta la gran plaza, en la que había contemplado la gran Nevada. Los edificios desprendían flora y maleza de forma superficial; algo imposible en únicamente cuatro meses.
No había caído en cuenta del tiempo en la que estamos viviendo esto. Habían pasado cuatro meses; cada vez me quedaba menos tiempo.
Lo bueno es que estaba cerca de huir, lo malo es que los dos Gigantes Frenéticos me habían acorralado. De no ser por la velocidad extremadamente baja de esos monstruos, huir no sería tan complicado. Al menos hasta que apareció El Grande de un salto.
Pero en lugar de acorralarme entre los tres, se pelearon entre sí. Pelear por decir algo, porque la gigantesca criatura les arrancó la cabeza a los Gigantes Frenéticos con suma facilidad.
Se limitó a observarme, gruñirme y por consecuente acercarse lentamente. La presencia del denominado Liquidador, cuyas pisadas hacían temblar el suelo, y un gran grupo de Calcinados.
El enmascarado se limitó a señalarlo mientras los calcinados se abalanzaban sin distinciones hacia él, y al verme también me atacaron.
El monstruo frente a mi no los consideraba una amenaza, pero aún así varios se amontonaron sobre él e intentaron arañar y morder su piel; esta era tan gruesa al punto de que no se veía sufriendo mientras se movía salvajemente intentando aplastar a los Calcinados.
Uno de ellos se acercó por detrás de mí, y me mordió en el hombro izquierdo, al mismo tiempo en el que otro se acercó por delante y me mordió el cuello.
Le disparé en la cabeza mientras el otro me arrancaba la carne de la piel. Cuando cayó al suelo, un aguijón le atravesó el cráneo.
Caí al suelo semi inconciente, mientras El Grande y el Liquidador peleaban entre sí, hasta que el enmascarado atravesó con su garra al otro monstruo...
"Billy-Ray Sanguine deseándote una muerta y agradable navidad"Nótese que también les deseo una feliz navidad y próspero año nuevo a todos aquel que lea esto
Joder cada vez es más difícil "actualizar" este fanfic
Fecha de publicación 19 de Diciembre de 2021