Maldito Sanguine. ¿Cuántas veces te tengo que decir que no somos amigos?
Le había dicho a una foto suya que él me entregó.
¿Que no lo somos?
Escuché un susurro en mi oído. Rápidamente volteé, para no ver a nadie cerca. Cuando me di cuenta, la foto ya no estaba conmigo.
Me levanté y me senté en la esquina. Nuevamente alguien (o algo) tocaba desesperadamente la puerta. Era él. Quería que se vaya, quería que me deje sola.
......
Desperté en el pasto. Habíamos pasado la noche en aquél campo. La comida, evidentemente, se había acabado. Mortis, aislado de nosotros, solamente miraba el amanecer. Amber y Colette solo se quejaban por la falta de comida. Un pitido sonó en mi muñeca. Era la cosa que detectaba cuando tenía las "células negras" causando estragos. Rápidamente busqué en mi mochila las pastillas que me dieron: el estuche estaba repleto de ellas. Ingerí una sin agua, y poco a poco mi dolor de cabeza bajó.
Mortis, como dijo antes, estaba interesado en lo que me dejó infértil. Él quería sacarme la sangre y analizarla.
Amber: ¿Estás bien?
Beatriz: Sí, no es nada.
Ella no me creyó. Caminamos por los campos furtivos, escuchando fuertes pisadas y gruñidos. Nuevamente, la criatura extraña estaba cerca.
Las pisadas se intensificaron. Sentía como se acercaba a mí. El gruñido se convirtió en un extraño grito. Entonces, Amber "lanzó" su llamarada hacia donde ella suponía que venía esa criatura. Afortunadamente le impactó, y antes de clavarme sus garras cayó al suelo, y pudimos verlo, muerto.
Varios aullidos se escucharon al rededor. Parecía que había más, y que se lamentaban por la muerte de su compañero.
Pese a no poder verlos, estaba insegura. Pensé que todos se abalanzarian de golpe, pero no. Solo se fueron, o al menos eso supuse.
Era difícil saber si estábamos en peligro, aunque había algo que me hacía saber que sí: no había rastro de nada ni nadie. Ni cadáveres, ni pisadas, nada. Solo charcos ocasionales de sangre y ya. Era como sí Tamara Marr estuviese aquí.
A las pocas horas, hambrientos y cansados, llegamos a otra pequeña ciudadela. Lo primero que hicimos fue buscar comida en un local que vimos por ahí, y luego investigar la zona. Está vez, era una ciudad poblada. Los guardias de Mr.P merodeaban a todas horas. La razón por la que la otra fue invadida repentinamente y está probablemente sea por lo que nos dijo Carlos Rudy: Este no era un lugar muy húmedo, y habían plantado una pequeña muralla.