Diana precisa

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"sabes, a veces no entiendo cómo es que tus alucinaciones son tan reales. Me resulta curioso"

Él insistía en el tema. Quería saber qué parte de mi historia era real y cual no. Resultaba curioso que él sabía no solo que escribo lo sucedido, sino también como, por qué y para que lo estoy escribiendo. Él quería saber que parte de todo lo que escribo es real, y que alusciné, aunque ya lo sabía de antemano.

La verdad, también quiero saber qué parte fue real y cual no. Por un momento, pensé que esa voz era exclusivamente de mi cabeza.





















......

El ascensor lentamente llegó al piso -2. La puerta se abrió sola. Habían en total seis pisos, solo que los últimos dos botones estaban arrancados de su sitio.

Afuera, el sitio era tenebroso. Habían dos puertas a mis alrededores de tamaños un tanto grandes. La de mi izquierda estaba bloqueada desde afuera, mientras la otra al abrirla sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo.

Había una especie de "sangre" en las paredes y suelo, que al pasar sobre él me hacía caminar más lento, como si intentara que no siguiera. Era un muy largo y ancho pasillo. Habían brazos de los zombies que he llegado a ver. De un Aplastador Orondo, Escupidor Tóxico, zombie errante y Gigante Frenético. Al cruzar lentamente por el pasillo, aquellos brazos intentaron agarrarme. Uno de ellos, el más fuerte, me atrapó y me pegó contra la pared.

Grité por miedo. Desesperadamente me intenté zafar sin mucho éxito. Aquellos brazos solo me tenían atrapada. No me rasguñaban, nada. Al cabo de unos minutos, logré zafarme, con la pequeña consecuencia de caer sobre aquella sustancia en el suelo. No se pegó a mi ropa, solamente a mi mano izquierda. Sentía como quemaba mi piel, y el dolor que suponía. Pasé por el centro del pasillo, intentado que los brazos no me lleguen a atrapar. Al final del pasillo, había una puerta metálica, que no dudé ni por un segundo en abrir. Me asusté al ver una cantidad bastante grande de errantes en esa zona. Caí al suelo se espaldas, y mientras lentamente se acercaban a mí intenté levantarme. Corrí por el pasillo, mientras la sustancia me hacía más lenta, a los zombies no les hacía nada. Cuando estaba apunto de volver por donde entré, el brazo del Gigante Frenético me atrapó contra la esquina del pasillo. La pequeña horda se estaba acercando peligrosamente a mí.

Por suerte, el brazo solo me agarraba del cuello y torso, no del brazo. Le disparé al que estaba apunto de morderme el cuello, recargué rápidamente y le disparé a los demás que venían en fila, atravesando el cráneo de todos sin esfuerzo.

Solo uno quedaba en pie. No podía permitirme gastar más munición únicamente en uno solo. Me intenté zafar del Gigante Frenético, y por la adrenalina del momentos lo conseguí. Volví a la zona del ascensor, donde agarré un tubo que había allí y golpeé a la criatura hasta dejarla irreconocible. Mis piernas ya se habían manchado de sangre junto con mis manos. Tenía guantes, y la sangre había disipado la sustancia roja de mi mano.

Esta vez más prevenida, caminé por el pasillo sin que nada me pase. Había algo brillante en uno de los cadáveres. Eran las chapas de ese ser. Un Coronel llamado Dreiland Scarab.

Me las quedé porque ese nombre se me hacía familiar.

Donde encontré la pequeña horda habían otro pasillo a la izquierda, y una puerta a mi derecha.

En el pasillo pude ver a lo lejos a dos Aplastadores Orondos. Y al intentar escuchar que había detrás de la puerta, escuché las pisadas de un ser grande y fuerte, y gruñidos varios. Paranoica de que sea un Gigante Frenético, no dudé en dejar la puerta cerrada.

La Plaga De La LocuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora