Los Soldados de Exigencia

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"Cuando la policía entró a la escena del crimen les expliqué todo mientras lloraba por la muerte de mi mejor amigo.

Me arrestaron, ya que el 'asesino' testificó otra historia"




















































"Jaja, no sabía que fuiste tú quien la cagó así de grande"

Dijo Billy-Ray Sanguine.

"Cometimos un error, pero tú Bea, tú cometiste el mayor error de todos"

Dijo Nefarian Serpine.

"No viste los patrones. Era una farsa muy organizada. Un plan demasiado imperfecto. Debiste haberlo visto venir"

Dijo Belle Goldarm.

"Los viste crecer. Les intentaste plantar cara. Y eso te llevó a mi"

Habló Byron Vengeus.

Ya no importaba.



















































Ruido. Ruido. Ruido invisible.

Nadie podía oírlo. Nadie sabía que estaba allí.

Pero estaba.

Todos habían enloquecido por eso. Todos habían caído ante La Plaga de la Locura por ello. Ruido Blanco. Nos daba órdenes. Nos transmitía mensajes. Nos decía que hacer. Y como ceder.

Las mentes débiles caían más rápido. Tendían a perder la cabeza, y reír. Reír de auténtica felicidad. Un producto artificial de lo que una mente trastornada podía crear para sí.

Esa era la felicidad.

Únicamente las mentes fuertes resistían. Únicamente las mentes traumatizadas eran inmunes a sus efectos. Únicamente aquellos que ya no podían más eran inmunes.

Yo era inmune.

Amber era inmune.

Max reía levemente.

Mortis y Colette reían. Pero no como el resto.

Rosa reía.

Penny reía.

Erén reía.

¿Pero que importancia tenía? Si fuera del infierno maldito solo éramos los nombrados. Ábalos y Radcliffe no estaban. William y María no estaban. Todos aquellos que quedaron atrás no estaban. Todos los que nos acompañaron también.

Incluso al verlos frente a mi, sabía que ya no estaban aquí.

Avoine ayudaba a un malherido WildWolf, o lo llevaba a la Horca.

Frigata y Camaleón ayudaban a los pocos heridos que habían.

Fénix y Shock apilaban los cadáveres.

Ábalos y Radcliffe permanecían en el suelo, observando con detenimiento todo el proceso y como nos vimos afectados por lo acontecido. De como Amber, pese a haber obtenido lo que más anhelaba en el mundo, seguía resentida. Seguía ensimismada. Aún teniendo a la persona más importante para ella se mantenía distante.

Porque no era Mortis su mayor deseo. Era matar a Billy-Ray Sanguine.

Era el deseo de cumplir su venganza.

Su anhelo de hacer justicia.

Ella caminaba a la Horca. Todos la seguíamos. Todos debíamos hacerlo. La gran Dictadora llevaba a un grupo totalmente callado. Una compañía totalmente quebrantada por su líder.

La Plaga De La LocuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora