Despierto de mi profundo sueño por culpa de un intenso olor a alcohol y vendajes. Ese típico olor de consulta médica, que marea y que despierta un sentimiento de inquietud. Trato de abrir los ojos, pero mis párpados están tan pesados que tardo unos minutos en poder conseguirlo.
Cuando lo hago veo una habitación desconocida. La sala está rodeada de paredes de piedra, de las que cuelgan estanterías y armarios con potes y cajas.
Giro mi cuello un poco más y observo varias camillas llenas de personas. Algunos conscientes pero, la mayoría, profundamente dormidos.
Debo de estar en un hospital
El sonido de unos pasos me pone en alerta. Escucho como estos se dirigen hacia aquí y como acto reflejo finjo estar dormida.
La puerta se abre provocando un ruido estruendoso. Ahora distingo que no es solo una persona la que camina, sino que son varias. Ninguna abre la boca, por lo que no puedo reconocerlas por las voces. Escucho como una de las personas se acerca a mí y siento como el colchón se hunde, indicando que se han sentado encima de él.
No tardo en notar suaves caricias en mi pelo. La persona aparta los mechones rebeldes que me cruzan la cara, dejando mi cara perfectamente despejada. Noto como sus dedos acarician mi mejilla y mi mandíbula.
Decido abrir los ojos lentamente para poder saber quien es la persona que me está proporcionando esas caricias. Al hacerlo la cara de mi amigo aparece en mi vista, quién al verme muestra sorpresa.
- Dante - Intento hablar pero mi garganta no me deja. En su lugar sale de mí un sonido ronco, casi inaudible. Aun así mi amigo parece escucharme y me sonríe.
- Te traeré agua, espera - El moreno se pone de pie y se marcha detrás de una cortina, para luego volver junto a mí. Me entrega el vaso de madera lleno de agua, que me cuesta coger, puesto que mis brazos están adormilados.
Cuando siento el líquido recorrer mi garganta un gran alivio me invade. El agua me parece un auténtico regalo de Dios en este momento.
- ¿Cómo te encuentras? - Me pregunta mi amigo mientras me ayuda a sentarme en la cama
- No lo sé... tengo todo el cuerpo dormido... Me cuesta horrores moverme
- Voy a avisar a la capitana Hange de que has despertado - Me anuncia mi amigo, que vuelve a levantarse para irse.
Escucho la voz de Dante dirigirse en un tono bajo a quien supongo que es la capitana. En contraste, ella no parece respetar el tono en el que habla mi amigo y escucho como exclama sorprendida:
- ¡¿Ya ha despertado?! Ves a decírselo al capitán, corre - La voz de Hange suena alta y clara y veo como Dante se dirige hacia la puerta. Antes de marcharse me hace una seña con su mano, indicándome que volverá luego.
La presencia de Hange no se hace esperar. Detrás de una cortina blanca aparece la capitana, que tiene el pelo de su coleta algo más revuelto de lo normal y sus gafas mal colocadas.
- ¡Ram! Por fin despiertas. ¿Cómo te encuentras soldado? ¿Te sientes bien? Si sientes tu cuerpo adormilado no te preocupes ¡Tuve que darte muchísimos tranquilizantes! Tantos como para tumbar a un caballo - Hange habla de forma rápida mientras se acerca a mí. Sus preguntas salen escopeteadas de su boca mientras me observa desde muy cerca y levanta mis brazos en busca de vete tú a saber qué.
- No tengo ningún dolor capitana, solo me cuesta mover el cuerpo - Le respondo y me sorprendo ante mi voz, que suena muchísimo más ronca y floja de lo normal. Es como si hubiese estado chillando durante horas.
- ¡Eso es por los tranquilizantes! - Dice entusiasmada alejándose de mí - Es un milagro que no tuvieses nada roto. Pero me tienes que explicar cómo te diste ese golpe tan fuerte en la cabeza - Me señala la parte del cuerpo mencionada y por instinto me la toco, sorprendiéndome ante la presencia de una venda
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Revenge [Levi Ackerman]
Fanfiction¡¡Esta historia está pendiente de corrección!! 𝐕𝐞𝐧𝐠𝐚𝐧𝐳𝐚 - Daño o agravio infligido a alguien como respuesta o satisfacción a otro recibido "Con el corazón acelerado clavé mis espadas una y otra vez. Una tras otra. Una tras otra. Mis manos se...