Capítulo 32

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— Capitán, es el momento

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— Capitán, es el momento.

Los caballos se mueven inquietos ante la gran puerta del distrito Karanese. Todos los soldados, incluidos los nuevos reclutas, esperamos pacientemente la abertura de la muralla. Algunos se sienten confiados, otros están cagados de miedo.

— ¡La puerta se abrirá en treinta segundos!

Suspiro profundamente para calmar mis nervios y doy un beso al anillo de Camila. Vuelvo mi vista al frente y veo como Petra se coloca al lado de Levi, puesto que ese es su sitio en la formación. Sé que la pelirroja le comenta algo al azabache, pero estoy demasiado concentrada en mis pensamientos como para distinguir lo que dice. La verdad no me importa en lo más mínimo.

En medio de la formación se encuentra Eren, quien se mantiene con la capucha puesta para evitar ser reconocido. El ojiverde se gira para buscar mi mirada, puesto que me encuentro justo detrás de él, y cuando nuestros ojos se cruzan puedo ver una pizca de inquietud en ellos.

Asiento levemente para darle fuerzas. Sé que Eren confía en mí y no puedo mostrarme vulnerable, por muy afligida y acojonada que esté por culpa de este sentimiento que me encoge de forma feroz el pecho.

Nunca antes me había sentido así. En todos los años que llevo en el Cuerpo de Exploración nunca había tenido un presentimiento tan grande como el que tengo ahora mismo. Las puertas de la muralla me parecen una gran guillotina, y algo dentro de mí me dice que cuando crucemos ese gran pórtico habremos firmado nuestra sentencia de muerte.

O al menos yo habré firmado la mía.

— ¡Es el momento! ¡A partir de ahora la humanidad avanzará un paso más! ¡Muestren sus voluntades! — Los gritos de un capitán hacen que los nuevos reclutas y algunos soldados levanten con entusiasmo sus espadas. Al unísono crean un gran grito de guerra que, en parte, me devuelve algo de esperanza. Parece que ninguno está dispuesto a morir aquí.

Las puertas de la muralla se empiezan a alzar provocando un horrible y grandioso estruendo por culpa de las poleas y cadenas que hacen posible el funcionamiento del mecanismo. Por primera vez en todos estos años tengo verdadero miedo al ver como la expedición está por comenzar.

— Protégeme Camila, por favor. — Susurro mirando al cielo, justo antes de darle un beso al anillo.

— ¡Partamos! ¡Da comienzo la 57ª expedición más allá de los muros! ¡TODAS LAS UNIDADES, AVANCEN! — El comandante Erwin da las órdenes claras y todos obedecemos de inmediato. El traqueteo de los caballos y las carrozas me abruma y los gritos eufóricos de los soldados hacen que sea consciente del momento en el que estoy viviendo.

A medida que me acerco más y más a la gran puerta solo puedo pensar que no saldré viva de esta. No entiendo de donde ha surgido este repentino miedo, pues nunca he sentido pavor a los titanes ni al exterior. Tampoco sé por qué me estoy dejando llevar tanto por este sentimiento, pero algo dentro de mí me dice que no hago mal en darle importancia a mi corazonada.

«Debo concentrarme. Si quiero volver y vengar a Camila debo poner los cinco sentidos en esta puta mierda de misión. Todos van a estar bien. Y yo también voy a estar bien.»

Cuando por fin traspaso la gran puerta me percato de la situación. Esta vez, a diferencia de las anteriores expediciones, la puerta que hemos usado nos ha llevado directamente a un pueblo abandonado.

Las casas están llenas de enredaderas y algunas incluso están agrietadas o les falta parte de la fachada. Las calles están destrozadas y el ambiente fantasmagórico que se respira hace que se me erice toda la piel.

No pasan ni cinco minutos desde nuestra salida al exterior cuando un excéntrico se acerca desde el flanco izquierdo, pero no me preocupo. Cuando giro mi cabeza para observar quienes son los encargados de terminar con la vida del titán me alegro al ver a Dante, Lorena y David.

«Si ellos van a protegernos puedo estar tranquila.»

— ¡Avancen! ¡Avancen! — A unos metros más adelante un capitán anima a su escuadrón, que está formado enteramente por los nuevos soldados. A lo lejos distingo a Sasha y a Armin en la formación.

Es increíble el contraste de actitudes entre unidades. Mientras que el escuadrón de Levi, en el que me incluyo, está completamente serio y concentrado, los escuadrones formados por los nuevos reclutas parecen ser hervideros de nervios.

— Auruo... ellos... mis amigos... ¿Podrán vencer a los titanes? — Eren habla por primera vez en todo el trayecto. Se dirige directamente a mi compañero, pero este parece no importarle mucho la inquietud del joven.

— Escucha muchacho: esta misión de reconocimiento depende en gran parte de no enfrentarnos a los titanes- — El discurso de Auruo se ve cortado abruptamente por culpa de un tropiezo de su caballo que le hace morderse la lengua de forma violenta. Eren lo observa sorprendido y no dice nada al respecto.

— Estarán bien — Por primera vez en toda la mañana me dirijo a alguien de mi escuadrón. No he podido evitar estar enfadada durante todo el día por culpa de la discusión que tuve anoche con Levi. Precisamente por esa razón esa mañana decidí no hablar con ninguno de mis compañeros, pues sabía que si alguno comentaba algo que no me sentara bien acabaría tirándome a la yugular de esa persona.

«Cuando estoy enfadada es mejor que nadie me diga nada.»

Las tropas avanzan hasta salir fuera del pueblo fantasma. Una vez nos encontramos en campo abierto el comandante Erwin da la orden de pasar a la formación de larga distancia y todos los soldados obedecemos sin demora.

Parece que todo marcha bien durante los primeros kilómetros de exploración. Ningún escuadrón lanza ningún aviso conforme la aparición de titanes, y no puedo evitar sentirme profundamente aliviada por eso. Pero pronto las señales rojas empiezan a aparecer y, en consecuencia, el comandante Erwin lanza bengalas verdes cambiando el rumbo de la formación.

De pronto una bengala negra surca el cielo, y eso es garantía de que los problemas reales han comenzado.

Pasan varios minutos sin que nuevos colores surquen el cielo pero, de nuevo, nuevas bengalas aparecen, pero esta vez el humo que dejan es amarillo. Mis ojos se abren ligeramente por la sorpresa y una intensa ansiedad me recorre el cuerpo. El flanco derecho ha tenido serios problemas.

«¿No es ahí dónde se encontraba Armin?»

Para sorpresa de mis compañeros de escuadrón el comandante Erwin lanza una bengala verde que indica un nuevo rumbo. No entiendo en qué piensa el comandante, con los avisos que hemos recibido desde el flanco derecho está más que claro que una amenaza muy seria se avecina sobre nosotros.

— Humo verde — Murmura Levi desde su posición — Auruo ¡Dispara! — El nombrado no tarda en obedecer. De nuevo el escuadrón se queda en silencio, como si un ángel hubiese pasado entre nosotros y nos hubiese obligado a callar.

— Reportando informe sobre las bajas: la unidad de asistencia derecha fue parcialmente aniquilada. Estamos sin un flanco de defensa para posibles ataques. Por favor, muévanse a la izquierda — El soldado que se acerca da las noticias que tanto me temía. El flanco derecho ha salido malherido y estamos expuestos.

— Petra, ve. — La pelirroja cumple de inmediato la orden del capitán, pero nada más irse tres nuevas bengalas negras son disparadas, indicando la presencia de un excéntrico. — Eren, dispara. — De nuevo las órdenes del Levi son claras, y el ojiverde cumple con su misión.

De nuevo el silencio sepulcral se instala entre nosotros. Seguimos el nuevo rumbo que marcan las bengalas pese al ambiente tenso que se respira, y no soy consciente de hacia dónde vamos hasta que, al cabo de unos minutos, el bosque de árboles gigantes se presenta ante mí de forma clara.

«¿En qué diantres estás pensando, Erwin?»

Revenge [Levi Ackerman]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora