Epílogo

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Exterior del muro María, año 853

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Exterior del muro María, año 853

Sonaban campanas de boda por todo el pueblo.

En su habitación, nerviosa, Alisha caminaba de un lado hacia otro intentando arreglarse. Sus damas de honor, Lorena, Adele e Historia la miraban enternecidas y entre risas.

Habían pasado dos años desde la recuperación del territorio del muro María, poco menos de un año y medio desde la pedida de mano. Desde entonces Paradis había abierto sus puertas al resto del mundo, habían establecido una alianza con la nación de Hizuru e incluso algunos marleyanos, pertenecientes a la facción Anti-Marleyana, se habían unido a las filas del Ejército de las murallas.

Eren había desaparecido un tiempo atrás. Nadie sabía dónde ni por qué, pero Alisha sí. O al menos podía intuirlo. Aunque eso a ella, en aquel momento, le daba exactamente igual.

—¿Dónde está? —Preguntó algo desesperada, buscando con prisa en su joyero.

—¿Qué es lo que buscas?

—Una pinza dorada con piedras verdes... —Murmuró mientras abría un cajón de su escritorio—. Es un regalo, quiero llevarlo puesto...

Mientras hablaba encontró la joya en medio de pendientes y collares, escondida en el fondo de su joyero. Con cuidado Lorena se lo colocó en el pelo, acariciándole suavemente la barbilla cuando lo hizo en un gesto casi maternal.

La joya había pertenecido décadas atrás a la madre biológica de Alisha, Ümit Shaytan. Era una reliquia familiar que Eren le había enviado desde Marley. Alisha no sabía cómo la había conseguido, pero tampoco le importaba realmente. ¿Qué más daba si la había robado, comprado o empeñado? Lo importante es que ella tenía algo de sus padres biológicos, algo que les conectaba con ellos en un día tan importante, pese a que ni siquiera recordaba sus caras.

—¿Estás lista? —Le preguntó Historia con una sonrisa, asegurándose de que su vestido blanco estuviera impoluto.

—Creo que sí... —Respondió con un hilo de voz temeroso—. Dios, nunca he estado tan nerviosa.

—Es normal, pero no te preocupes, todo va a salir bien. —Aseguró Historia con voz suave y conciliadora, agarrándole de las manos.

—Y si no no te preocupes, nos encargaremos nosotras de arreglarlo. —Habló Adele con una gran sonrisa. Detrás de ella Lorena asintió y sonrió levemente. Fue un gesto casi imperceptible, como lo habían sido todas sus demostraciones de felicidad desde la batalla en Shiganshina.

Después de dos años las heridas de Lorena por fin habían cicatrizado, pero las quemaduras le habían deformado gran parte de la cara. Había dejado crecer su pelo rubio para taparlo y solía utilizar sombreros para esconderlo aún más. Aquel día no fue una excepción.

Cuestión distinta eran las heridas de su corazón, que todavía sangraban.

—Ya casi es la hora. —Le dijo Lorena con dulzura a su mejor amiga, que se miraba en el espejo nerviosa—. David tiene que estar al caer.

Revenge [Levi Ackerman]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora