Capítulo 80

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Lo hice

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Lo hice. Finalmente, después de varias semanas leí el libro. Conseguí ponerme delante del escritorio y empezar a leer. No fue fácil, pero tampoco fue difícil. Quise tomármelo como un cuento, como uno de los muchos libros que Dante me prestaba para que leyese. Me autoconvencí de que era un libro de fantasía que no contaba la historia de mi familia; una familia consumida por la venganza y el odio.

Nacidos en oriente medio, la estirpe y maldición de los Shaytan empezó con el sultán Narendra Shaytan, casi al mismo tiempo en el que los eldianos consiguieron dominar los poderes de los titanes. Nuestro antepasado, encolerizado por la amenaza que suponía el nuevo poder del rey Fritz, buscó su propia fuente de fuerza.

Y lo encontró. Para nuestra desgracia lo hizo, aunque demasiado tarde.

Su territorio ya había sido invadido, sus súbditos sometidos, sus soldados masacrados. Su motivación no fue el amor de su pueblo, ni su deseo de protección. Fue el odio. Fue la sed de venganza. Fue el orgullo herido.

Y como resultado todos sus descendientes nacimos malditos.

Narendra encontró la fuente de su poder dentro de una cueva remota en una de las muchísimas montañas de su reinado. Allí, tal y como contaba una vieja leyenda, se encontró con un demonio que le ofreció el poder que tanto ansiaba a cambio de un pequeño coste: el destino de su estirpe.

Narendra le tomó la mano al demonio y el pactó quedó sellado. Una marca negra apareció en su ojo derecho, la marca de la maldición, y desde entonces todos los Shaytan la tienen. Todos sus descendientes somos esclavos del pacto que hizo, encadenados a la voluntad del demonio de la montaña.

Desde entonces a los Shaytan se nos conoció como a un clan cruel y sanguinario. Después de haberle sido concedido el poder y la determinación del diablo, Narendra se volvió uno él mismo. Sometió y luchó con la misma fuerza con la que lo hacían los eldianos, recuperó parte de sus tierras y gobernó con mano dura. Tuvo muchos hijos, decenas de ellos, con todas sus concubinas. Y durante generaciones los Shaytan y los Ackerman estuvieron enfrentados; los Shaytan detestaban al rey de Eldia, querían derrocarlo, mientras que los Ackerman se mantuvieron leales a la corona.

Pero ni aun con el poder de los demonios fue suficiente para enfrentar al inmenso poder de los titanes. Eventualmente, los Shaytan perdieron batalla tras batalla, abrumados por la potencia eldiana. Después perdieron la guerra. Más tarde se volvieron prófugos. Y poco a poco, con el paso de los años, fueron masacrados uno a uno. Hasta que solo quedó mi madre, quien se casó con mi padre y después me tuvo a mí. El último vestigio de una estirpe maldita, encadenada igual que ellos al odio y a la ira.

Si lo pensaba fríamente, ahora todo tenía sentido. ¿Cómo podría explicar sino todas aquellas veces que había perdido la cabeza en batalla, que había escuchado la voz de Narendra en mi cabeza diciéndome qué hacer? Creía que estaba loca, o que simplemente era fuerte y solo necesitaba un empujón para sacar todo mi potencial. Pero la realidad es que estaba maldita. Desde que nací mi destino ha estado ligado a la voluntad de un demonio.

Revenge [Levi Ackerman]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora