Capítulo 47

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Un agudo y profundo dolor de cabeza es lo único que puedo sentir en este instante

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Un agudo y profundo dolor de cabeza es lo único que puedo sentir en este instante. Estoy cansada, los ojos me pesan y no soy capaz de moverme. No sé si estoy dormida o despierta, pero siento tan poco control sobre mi propio cuerpo que dudo de si todo esto no es más que un sueño.

Estoy en una estancia oscura donde no soy capaz de ver un palmo más allá de mis propias narices. Estoy de pie, en medio de la nada, y me siento perdida.

«Que puto dolor de cabeza, solo quiero descansar.»

A lo lejos, entre toda la oscuridad que soy capaz de ver, distingo la figura de una persona, que porta unos ropajes muy extraños y una especie de tela que flota a su alrededor y está atada a sus muñecas.

A medida que la figura avanza retrocedo algunos pasos, algo asustada pues no sé exactamente de quién se trata. Cuando por fin está lo suficientemente cerca lo distingo con claridad y algo dentro de mi cabeza parece reconocerle.

—Ha pasado mucho tiempo, Alisha. —La voz profunda del hombre que tengo delante de mí retumba en mi pecho y me causa escalofríos. No estoy asustada, ni siento la necesidad de huir, pero no me acabo de fiar del sujeto que tengo delante.

La figura tiene la apariencia de un hombre, más o menos de mi edad, con el pelo largo y blanco y los ojos claros con la misma marca marrón que yo. Tiene un aspecto sereno y serio, y sus ropas son algo así como un conjunto tradicional de alguna cultura extraña y antigua que entremezcla el rojo, el blanco y el dorado. Camina recto, con paso firme, y a medida que se acerca puedo escuchar con mayor claridad el sonido que hacen sus zapatos al pisar el suelo.

—¿No te acuerdas de mí? —Pregunta con media sonrisa y yo retrocedo un paso.

—No sé quién eres.

—Es una lástima, pensé que podríamos charlar de cómo te ha ido la vida durante estos años.

—¿Quién cojones eres? —La pregunta parece ofenderle pues su mirada se torna dura y me penetra con ella. Si las miradas matasen yo ya me encontraría a más de tres metros bajo tierra.

—¡Qué modales! —Su expresión se relaja después de unos segundos y lanza una exasperación al cielo, para luego volver a dirigir su mirada a mí —. Cuando te conocí eras más educada.

—Siento si te he ofendido, pero sigues sin decirme quién eres.

Durante unos segundos ambos nos quedamos en silencio mirándonos fijamente a los ojos. El hombre y yo nos enzarzamos en una batalla de miradas que se rompe cuando mi contrario empieza a reír descaradamente.

—¡No has cambiado nada! —El hombre se mantiene en silencio un par de segundos, momentos que aprovecha para arreglar sus extraños ropajes, y luego se dirige a mí —. Siento decírtelo Alisha, pero no tenemos más tiempo. Debes despertar, estás en grave peligro.

Revenge [Levi Ackerman]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora