Capítulo 10

1.9K 180 9
                                    

Alisha, Alisha sal de la cama

Una voz lejana que apenas distingo me llama. Es una voz dulce, cálida, me habla con cariño y ternura.

- Vamos Alisha, llegaremos tarde a casa de la abuelita.

Consigo abrir los ojos y la veo ahí.

- ¿Mamá? - Mis ojos se llenan de lágrimas y mi voz se rompe. La bella mujer, con sus cabellos largos y castaños y sus ojos oscuros llenos de ternura me sonríen.

- ¿Tan dormida estás mi amor? Vamos anda, ve a lavarte la cara.

Muevo mis piernas y bajo de la cama donde estaba recostada. Miro a mi alrededor y mi corazón da un vuelco al ver donde estoy: mi casa.

Camino hacia el cuarto de baño, aún sorprendida, y cuando me miro al espejo pego un brinco del susto. Soy yo, es mi reflejo, pero de cuando tenía 8 años.

Y entonces lo recuerdo, puedo evitar la tragedia.

- Mamá, no vayamos a casa de la abuelita, vamos a quedarnos aquí - Salgo corriendo del baño y hablo a mi madre, cogiéndole de la falda del vestido.

- No podemos cielo, tu abuela quiere verte por tu cumpleaños

- No quiero celebrarlo, por favor mamá, vamos a quedarnos aquí - Le imploro mientras lloro. No puedo dejar que suceda, no otra vez.

- Vamos a ir Alisha, se acabó la discusión.

Mi vista se empieza a nublar. Cada vez veo más y más oscuro, y un hormigueo me recorre desde la punta de los dedos de los pies hasta la cabeza. Es desagradable y me marea, tanto que me encojo en mis rodillas y me agarro con fuerza a ellas para no caerme. Al cabo de los segundos siento como corre el aire y levanto la cabeza.

No sé como, pero me he teletransportado hasta la puerta de la casa en el campo de mi abuela. Mi madre, un poco más avanzada que yo, va cargada con una cesta con frutas y miel, exactamente igual que aquel día.

Grito desesperada, pero mi madre no me oye. Le imploro que por favor no abra esa puerta, pero es demasiado tarde, mi madre gira el pomo encontrándose una escena que hace que se le caiga la cesta al suelo.

Mi abuela y mi abuelo yacían muertos en el suelo del salón, ensangrentados, con varias puñaladas en el pecho. A su lado un hombre, algo barrigón, sin pelo y con barba de varios días sujetaba el arma homicida. La entrada de mi madre lo alertó y sin más la agarró de la mano.

- ALISHA CORRE, DÉJAME AQUÍ - Gritó cuando ese hombre le colocó el cuchillo en el cuello. Me veo a mi misma, a mi yo de 8 años en el marco de la puerta de la casa, mirando horrorizada la escena, y siento la misma presión en el pecho que sentí aquel día. - VETE.

El hombre le rajó el cuello a mi madre delante de mí. Su cara, pálida, llena de terror y angustia se quedó grabada en mi retina, haciendo que muchas noches posteriores tuviese pesadillas. La sangre cayendo a borbotones en el suelo, la mano del hombre que tiró el cadáver de mi madre como si fuese basura y le diese asco. Todo lo estaba volviendo a ver, y siento como se me abre una herida en el pecho, un agujero que se traga todo a su paso y que me quita el aire.

Le hice caso. Cuando su cuerpo tocó el suelo de forma violenta salí corriendo. Corrí y corrí entre los árboles, escuchando como el hombre me gritaba y me maldecía. Por suerte no me encontró y conseguí llegar a la ciudad, donde viví en las calles y de la caridad de la gente por un año hasta que la conocí a ella.

Camila, tú me salvaste.

Abro mis ojos lentamente con muchísimo esfuerzo. Me duele cada fibra de mi ser y estoy completamente desorientada. Estoy en una especie de campamento, donde solo hay una tienda de campaña improvisada y una fogata.

Revenge [Levi Ackerman]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora