Capítulo 40

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Según las historias que me contaba mi abuela los espejos son portales a otras dimensiones

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Según las historias que me contaba mi abuela los espejos son portales a otras dimensiones. Ella decía que a través de estos objetos los demonios son capaces de pasar a nuestro mundo, pues por culpa de nuestra vanidad siempre nos miramos más tiempo del necesario.

Nunca me creí esas historias de viejas y es por esa misma razón que llevo tanto tiempo mirando mi reflejo. Estoy nerviosa, asustada, ansiosa... El plan que ha preparado el comandante tiene que salir bien o el Cuerpo de Exploración estará muy jodido.

«Tranquilízate Alisha, todo va a salir bien.»

Dejo ir un suspiro resignado y vuelvo a mi tarea de observarme. Mentalmente repito una y otra vez palabras de apoyo para mi misma que, aunque no me tranquilizan, consiguen mantenerme distraída. No puedo evitar fijarme en mis ojos, pues estos tiemblan ligeramente a causa de los nervios. La mancha marrón de mi ojo derecho parece haberse hecho más grande y el color verde del resto de mis orbes parece haberse tornado más intenso. Puede que solo sea una alucinación, pero no puedo evitar pensar en lo extraño que es.

Unos ligeros golpes en la puerta y la voz amortiguada de mi amigo David hacen que salga de mi trance, parpadeando un par de veces más de lo necesario, pues me encuentro algo distraída.

— Es la hora novata.

— Ahora salgo, dame un segundo.

Doy un último vistazo a mi reflejo para comprobar que todo está correcto. Por órdenes del comandante no puedo portar el uniforme de los exploradores, pues supuestamente soy una de las encargadas de acompañar a Eren hasta su juicio en la ciudad central.

Mi vestuario, pese a que no sé de dónde ha salido, me queda bien. Es sencillo, sin mucho detalle, pero lo suficientemente elegante como para ser aceptado en un tribunal. Unos pantalones negros y una camisa de vestir blanca, a juego con unas botas y una capa negra que cubre mis hombros y parte de mis piernas. Además, con el pelo trenzado a un lado me parezco más a una señorita de ciudad que no a una soldado de élite. Todo parece perfectamente normal.

«Así no levantaré sospechas.»

Cuando abro la puerta de la habitación me encuentro a David en el otro lado, esperándome pacientemente apoyado en la pared.

— ¡Ya era hora! — Comenta divertido pasando uno de sus brazos por encima de mis hombros y empezando a caminar.

— He tardado literalmente 10 segundos, exagerado. — Comento divertida pasando mi brazo por su cintura, apretando el agarre.

— ¿Cómo te encuentras, Alisha? — El tono de mi amigo pasa de ser desenfadado a uno serio. Giro mi cabeza para poder mirarle a los ojos y me sorprendo al verlo preocupado.

— Estoy bien David, no tienes que preocuparte por mí. — Le sonrío de lado pero mi contestación parece no tranquilizarlo.

— Ve con cuidado, por favor. No te metas en la pelea.

Revenge [Levi Ackerman]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora