Capitulo 39: Segundo año: El largo último día (parte 2)

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El resto de la tarde fue caótico — y Remus sabía que Sirius y James, donde fuera que estuvieran, debían estar teniendo el momento de sus vidas. Cada uno de los baños del castillo había misteriosamente sido afectado por la inundación de espuma y nadie parecía ser capaz de detenerla por mucho tiempo. Grandes ríos de burbujas obstruían los pasillos, como nieve rosada, y aquellos estudiantes que no quería jugar con ella parecía no importarles ser forzados a pasar el tiempo en los terrenos recostados en el césped y pasando su ultimo día bajo la luz del sol.

Remus, quien ya había sacrificado su hora de almuerzo, aun necesitaba llegar a la biblioteca y devolver sus libros, ayudar a Sirius a empacar (aunque, de hecho, se dijo, mientras subía las escaleras en dirección a la torre de Gryffindor, ya había hecho suficiente para ayudar a Sirius por un día) y tenía que visitar a Madam Pomfrey para una examinación de final de año. También necesitaba llegar temprano al Gran Salón para ayudar a James y Sirius con la fase final de su plan. No era una magia muy compleja, pero era fuerte, e idealmente necesitaban tantas varitas como fuera posible.

Biblioteca primero, pensó, mientras entraba a la ahora desolada sala común. Por lo menos no había nadie que lo detuviera ahora. Uno de los otros obviamente había estado en el dormitorio desde la última vez que Remus fue, porque estaba aún más desordenado que antes y la capa de invisibilidad no estaba.

James, quien probablemente era el más ordenado de ellos cuatro, había empacado todas sus cosas la noche anterior, y había hecho su cama cuidadosamente. El espacio de Remus solo estaba ordenado porque ahora estaba completamente vacío a excepción de su pijama y libros en la mesita de noche. Peter aparentemente había tratado de empacar en algún punto, pero había sido interrumpido a medio camino — su maletero estaba abierto, varias prendas estaban colgando de él, una pila de textos descansaba al lado de su cama, y su corbata roja colgaba de una esquina. La cama de Sirius era la peor. Debió haber venido a buscar algo en algún punto, porque cada cajón en su armario estaba abierto, sus sábanas habían sido estiradas hacia atrás y su maletero estaba completamente vacío.

Remus tomó su bolsa de libros y se fue enseguida — pensaría sobre eso luego. Deseó haber tenido la capa de invisibilidad mientras esquivaba a Peeves una vez más. El poltergeist estaba en su elemento, sumergiéndose en las pilas de espuma, y sorprendiendo a estudiantes y profesores desprevenidos. Remus brevemente recordó lo que McGonagall había dicho de su padre esa mañana ‘boggarts, polstergeists…’ se preguntó qué habría pensado su padre — el ganador de duelo, Ravenclaw, su padre que tenía un temperamento —de Peeves.

—Buenas tardes, Madam Pince, —dijo Remus, suave y respetuosamente mientras entraba a la biblioteca. Estaba casi completamente vacía, y la ojerosa cara de la vieja bibliotecaria estaba repasando una pila de libros recientemente devueltos con su varita, disparándolos de vuelta a los estantes con gran entusiasmo.

—Lupin. —dijo, ni siquiera dándose vuelta para saludarlo.

El ubicó sus libros cuidadosamente en la encimera más cercana.

Aunque la bibliotecaria ya no lo asustaba, exactamente, Remus todavía estaba medio nervioso cerca de Madam Pince, quien claramente hubiera preferido que ninguno de los estudiantes tuviera permitido tocar sus preciosos libros. — ¿Esos son todos? —Dijo, bruscamente, —Debo saber, si no.

—Son definitivamente todos. —dijo retrocediendo lentamente.

—El señor Pettigrew no ha devuelto Plantas Venenosas de las Islas Británicas, y el señor Black mayor tiene tres libros de transformación pendientes.

—Oh, bien…em…les diré cuando los vea.

—Le estaré escribiendo a sus padres si no los tengo para las cinco de la tarde.

All the young dudes - españolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora