capítulo 124: Séptimo Año: Navidad (Parte uno)

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En un miserable giro del destino, la luna llena de Diciembre de 1977 cayó el día de Navidad. Todos los merodeadores acordaron quedarse en Hogwarts mientras duraba, con un plan para viajar de regreso a la casa de los Potter en el Boxing Day. Lily les hizo prometer a todos que se encontrarían lo antes posible en el Callejón Diagon.

— Es el único lugar al que mis padres me dejarán ir sola. — le explicó a Remus — Yo también quería ir a los Potter, pero son muy protectores y aún no conocen a James.

— ¿Por qué no invitas a James a la tuya? — Sugirió Remus. Lily se mordió el labio y se encogió de hombros.

— Es un poco complicado. Quizás para las vacaciones de Pascua.

Fue una Navidad triste, la verdad. James extrañaba a Lily, Peter obviamente deseaba estar en casa, no atrapado en la escuela, Sirius estaba ansioso y nervioso cada vez que él y Remus estaban en la misma habitación con alguien más, y el propio Remus estaba de mal humor e irritable, esperando que la luna por fin llegara.

Tampoco hicieron nada muy navideño, aparte de ir a almorzar con los otros estudiantes que se habían quedado. Le habían prometido a la Sra. Potter no intercambiar regalos hasta que pudieran estar todos juntos.

— Me siento fatal. — Remus suspiró, mientras se enrollaba su bufanda alrededor de su cuello, listo para comenzar a dirigirse hacia la casa antes que sus amigos. — Ustedes deberían estar en casa. Podría haberme quedado solo o haber usado tu ático de nuevo, Prongs.

— No seas tonto — James negó con la cabeza con valentía — Sé lo mal que la pasas, en el ático, atado así. La casa es el mejor lugar, al menos todos podemos correr un poco.

Y tenía razón, por supuesto. Todos necesitaban una buena carrera. Por la mañana, Remus se despertó y miró los rostros rosados y sonrientes de sus amigos, y supo que todos se sentían mucho mejor por eso.

No podían irse de inmediato, por supuesto, Madame Pomfrey no lo permitiría. A Remus se le recetó su habitual mañana de sueño, y esperaba que los otros merodeadores hubieran aprovechado la oportunidad para hacer lo mismo.

Cuando se despertó en la enfermería, Sirius estaba sentado en la silla junto a él, sonriendo, con dos maletas a sus pies.

— ¡Listo cuando tu lo estés! — Dijo alegremente, y Remus sintió una punzada de culpa de nuevo. Sirius necesitaba llegar a casa de los Potter tanto como James.

— ¿Has empacado por mí? — Remus se sentó, parpadeando — Caray.

— Por supuesto que no lo he hecho — resopló Sirius — Prongs lo hizo. Sin embargo, me aseguré de que guardara el libro en tu mesita de noche.

Remus abrió la boca para hablar, pero Sirius levantó una mano — Y el que está debajo de tu almohada. No te preocupes, Moony, nada se me escapa.

— Gracias — sonrió Remus. — Déjame vestirme, entonces...

— ¿Seguro que estás bien para ir por polvos flú? — Preguntó Sirius, mientras Remus salía de la cama, sus pies descalzos aterrizaban en las frías losas. Se sentía un poco débil y mareado, pero no peor de lo habitual. El asintió.

— Sí. Me aparecí una vez después de la luna llena, ¿Recuerdas?

— Okay. Pero deberías decirme, si no te sientes capaz.

— Puedo hacerlo. Pásame mis jeans, ¿Quieres?

Sirius obedeció. Remus se vistió, lentamente, revisando su cuerpo con cada estiramiento y giro, asegurándose de que todo estuviera funcionando como debía. Estaba hambriento, pero estaba dispuesto a esperar a que la Sra. Potter cocinara. — ¿Dónde están los otros? — Preguntó Remus, inclinándose ahora para atarse los cordones de los zapatos.

All the young dudes - españolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora