Capitulo 15: Primer año: Consecuencias

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La mayoría de los Gryffindors rondaban alrededor de la sala común, chismeando y hablando, todos preguntándose quien pudo haber sido. Los merodeadores, que usualmente les gustaba ser el centro del debate, se arrastraron por las escaleras hacia su dormitorio, pálidos, llenos de culpa.

Remus se sentó en su cama, con su mirada perdida hacia el suelo. Había ido demasiado lejos; él sabía eso bastante bien. Se había sentido bien, por un momento, y nada podía convencerlo de que Severus no lo había merecido. Pero ahora James lo miraba curioso, y sabía que Dumbledore lo averiguaría de alguna forma u otra — incluso antes que Lily le dijera a todos, tan pronto como pusiera un pie en la sala común.

— ¿Qué pasó? —Preguntó James, con cautela, — ¿Perdiste el control? Esa fue una magia muy poderosa.

— ¡Fue increíble! —Intervino Sirius, — ¡Se la pensará dos veces antes de volver a cruzarse en nuestro camino!

—Pero...es decir, no intentábamos herirlo, ¿o sí? —cuestionó James frunciendo el ceño.

—Él está bien, probablemente lo fingió, para meternos en problemas.

— ¿Nos meteremos en problemas? —Preguntó Peter retorciendo sus manos, nervioso, —No fuimos todos nosotros, ¿o sí? Solamente fue...

Sirius le propinó una bofetada en la nuca,

—Rata. —dijo. —Somos merodeadores. Fuimos todos o ninguno.

—Lo que sea, —murmuró Peter, frotándose la cabeza, avanzó hasta su cama y se sentó, malhumorado.

— ¡La mitad fue mi idea! —Dijo Sirius, — ¡Yo busqué el hechizo! No te preocupes, Lupin, apuesto que él estará bien.

—Si es que lo está, —empezó a decir Remus, pesadamente, —no habrá sido gracias a mí. —Continuó, esta vez levantando la mirada en dirección a James. Sus ojos cafés le miraban profundamente, de forma muy seria. —Realmente, quería herirlo.

James le sostuvo la mirada, y asintió levemente.

Hubo unos golpes en la puerta, difuminando la tensión. Era Frank Longbottom.

—Ustedes cuatro, a la oficina de McGonagall, ahora. —Su voz tenía un tono grave.

Dejaron que Frank les condujera bajando las escaleras, por la sala común, donde todo el mundo los miraba fijamente. Remus no despegó la mirada de sus pies en ningún momento, pero escuchó como los estudiantes enmudecían a medida que avanzaban. No importaba que pasara después — todos sabían que ellos habían sido los responsables.

McGonagall no estaba sola. Dumbledore estaba de pie junto a su escritorio, sus manos entrelazadas en su regazo. Sonrió agradablemente a los cuatro chicos que se encontraban frente a él.

—Buenas noches, caballeros. —Dijo.

—Buenas noches, director, —corearon de vuelta.

—Probablemente les interese saber que el señor Snape se encuentra bien — aunque al parecer su orgullo se ha visto dañado.

No respondieron. Remus no se atrevió a levantar su mirada del piso.

—El cree que ustedes cuatro tuvieron algo que ver con esta desgracia. —continuó Dumbledore, tranquilo, como si estuviera simplemente pasando el tiempo con ellos. —Particularmente usted, señor Potter.

James levantó la mirada, abrió su boca, y luego la cerró volviendo a mirar hacia abajo. Remus no podía soportarlo. El solo tenía tres amigos en todo el mundo, y no iba a perderlos ahora. Entonces dio un paso al frente.

All the young dudes - españolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora