Capitulo 49: Tercer año: Conozcase usted mismo

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Domingo 11 de Noviembre, 1973

Remus despertó, balbuceando y tiritando. La habitación estaba sombría, y su respiración volaba plumas blancas sobre su cabeza. Todo dolía. Levantó sus manos frente a sus ojos y encontró sus dedos azules y sangrando. Habían astillas bajo las uñas, y más sangre en otras partes — la podía oler, pero no podía ver muy bien en la oscuridad y no tenía la energía para levantar su cabeza. Sus huesos se sentían como si estuvieran hechos de tiza. Estaba tan, tan cansado.

Aún, si había tanta sangre como creía, probablemente no era buena idea dormir. Debía mantenerse despierto por lo menos hasta que Madam Pomfrey llegara — lo que no debería tomar mucho. Remus se mantuvo quieto, centrándose en su respiración. Gryffindor jugaba hoy día también, otra cosa que se perdería. No solo eso, sus amigos estarían muy ocupados para visitar.

Dio vuelta su cabeza y exhaló. Esperaba no vomitar, era tan vergonzoso cuando vomitaba. No tenía su varita a mano, entonces no podría limpiarlo.

—Buenos días, Remus, —Madam Pomfrey finalmente entró a la habitación. —Oh querido, ¿fue un poco desastroso, eh?

Levantó su cabeza, y prontamente vomitó.

* * *

—No estoy segura si me gusta toda esta lectura que haces. —Dijo Madam Pomfrey con un gesto de desaprobación mientras le traía un brebaje sanador. —Sé que tus estudios son importantes para ti, pero necesitas descanzar.

—Dormí toda la mañana. —Respondió, —y me aburro mucho, de todas formas. ¿Sabe cómo fue el partido de quidditch?

—Me temo que no, —la medi-bruja sonrió. —Aunque estoy segura de que el Sr Potter estará acá para contarle tan pronto como pueda.

Eso no era muy probable, si habían ganado — habría una fiesta para celebrar su victoria, y Remus había hecho a James prometerle que no se la perdería por su culpa. Aceptó la poción que le había ofrecido, y la tragó sin quejas. Era amarga, pero estaba acostumbrado a estas alturas.

Tenía que leer, porque si no lo hacía, no tendría nada que hacer, excepto pensar sobre sus heridas frescas. Este mes el lobo había destrozado su torso, lo que era mejor que sus brazos o cara — por lo menos podía esconder las marcas fácilmente.

Remus rara vez se desvestía frente a nadie; incluso después de que los merodeadores habían descubierto su pequeño problema peludo. Nadie excepto Madam Pomfrey había visto la extensión real del daño (bueno, Sirius también, una vez, a inicios de segundo año, pero ninguno de ellos había reconocido ese extraño encuentro). Aún así, Remus no era ingenuo, y sabía que algún día, independiente de que tan lejos del ahora, alguien esperaría que se quitara la ropa — por lo menos. Y no valía la pena pensar al respecto. Tal vez solo tendría que evadir a las chicas para siempre.

— ¡Sr Lupin! —una animada voz rebotó en el piso de la enfermería, haciendo a Remus saltar. Era el Profesor Ferox, sosteniendo dos grandes jarras de un líquido claro en sus brazos.

—Oh, hola, —Remus le saludó moviendo su mano.

—Esencia de Murtlap, como prometí, Poppy, —el profesor entregó las jarras. No vengas, no vengas, pensó Remus frenéticamente mientras el Profesor Ferox daba zancadas cruzando la habitación hacia su cama. — ¿Ha estado en la guerra, nuestro niño? —preguntó amablemente.

—Em… —Remus quería encogerse bajo las sábanas. Odiaba la idea de que el fuerte, energético Ferox lo viera en un estado tan débil. —Estoy bien.

Ferox se sentó junto a la cama de Remus. Remus se resignó a su destino.

—Segunda vez aquí este año, ¿eh? —dijo el profesor, preocupado. Remus asintió, aunque había sido su tercera luna este término. Si Ferox no había notado una ausencia, entonces probablemente no conectaría los puntos. —Sabes, si necesitas más tiempo para tus deberes, solo tienes que preguntar.

All the young dudes - españolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora